El volunturismo: el lado oscuro del voluntariado

Cómo evitar el volunturismo y realizar un auténtico voluntariado

En los últimos meses han aparecido en las redes sociales varios artículos que critican el exhibicionismo practicado por algunos voluntarios internacionales. Estos jóvenes parecen creerse una especie de salvadores del mundo y anteponen la satisfacción de su ego y el lucimiento de sus selfies en Instagram a cualquier motivación humanitaria. A esa actitud egocéntrica e irresponsable algunos ya la han bautizado como “volunturismo” y ha inspirado iniciativas como “Barbie Savior” (Barbie Salvadora), una cuenta de Instagram creada por dos chicas francesas que, a pesar de contar apenas con 100 publicaciones, tiene más de 150.000 seguidores en todo el mundo.

Voluntarismo Barbie Savior

Instagram de «Barbie Savior»

Otro ejemplo que lleva ya tiempo circulando por las redes sociales es este vídeo publicado por la ONG SAIH Norway, que satiriza la actitud de algunos voluntarios que buscan a cualquier precio likes para sus publicaciones en las redes sociales:


El volunturismo parece tratarse de un producto más de nuestra sociedad de consumo, una nueva forma de viajar satisfaciendo un deseo malintencionado de sentirse superior, un neocolonialismo 2.0 que permite marcar una absurda diferencia. La finalidad del volunturismo no es contribuir al desarrollo de ninguna sociedad, sino ofrecer a clientes ávidos de nuevas emociones, la posibilidad de vivir una experiencia que permita – de forma bien visible y segura – la sensación de sentirse por unos días héroes salvadores del mundo. Y de paso asegurarse unos pingües beneficios.

Cómo evitar el volunturismo y realizar un auténtico voluntariado

Un voluntariado puede resultar sin duda una experiencia transformadora, pero siempre debe estar basado en el respeto y la humildad. Ayudar a los desfavorecidos es un propósito muy loable pero el verdadero viaje para un auténtico voluntario se encuentra realmente en el regalo que supone aprender de los demás. Un voluntariado no debe convertirse nunca en una acción de cara a la galería, sino que debe ser siempre una maravillosa oportunidad que nos brinda la vida para aprender a ser mejores personas. En un voluntariado el verdadero viaje se basa en el intercambio cultural, y no en salvar el mundo. De hecho, muchos jóvenes declaran a su regreso que el voluntariado supuso para ellos una experiencia reveladora, la mayoría confiesan recibir mucho más de lo que dan, y algunos reconocen haber vivido en su interior el despertar de una vocación dormida. Si el voluntariado cambia vidas, esas vidas son sin duda las de los jóvenes que realizan el voluntariado.

motivación humanitaria

Con esta filosofía, organizaciones como la ONG AIPC Pandora, una organización sin ánimo de lucro cuya base está en Madrid, organiza programas de voluntariado internacional grupal dirigidos a jóvenes mayores de 18 años. El objetivo de estos programas es la total integración de los jóvenes en las comunidades locales a través de la participación en proyectos de cooperación y su estancia en hogares de familias de acogida.

Cada verano AIPC Pandora desarrolla programas en países de Asia, América y África. Los programas – que tienen una sólida base formativa – ofrecen propuestas tan variadas como el apoyo en una escuela primaria en una comunidad rural en Perú, la limpieza y conservación medioambiental de un poblado del valle de Katmandú, en Nepal, o el apoyo en un campamento de verano en una escuela construida íntegramente con botellas y material reciclado en la isla de Lamu, en Kenia. Y todas las actividades están coordinadas por un equipo de especialistas de AIPC Pandora que trabajan estrechamente con organizaciones locales y con redes internacionales repartidas por todo el mundo.

El testimonio de Covadonga, participante del Microproyecto en Kenia, Lamu organizado por AIPC Pandora, resume esta filosofía: “Cuando uno entra en contacto con las gentes del pueblo de Lamu descubre la generosidad del que da con los brazos abiertos sin esperar nada a cambio. Eso es lo que nos han brindado los niños de la escuela Twashukuru.”

Palabras así deben obligarnos a reflexionar sobre los estereotipos y las ideas preconcebidas que circulan por nuestro mundo occidental sobre la vida en los países en vías de desarrollo. ¿Qué busca una persona cuando sube una foto a Instagram junto a un niño desnutrido? ¿Ayuda esa foto en algo a mejorar la vida de ese niño?

Para fomentar el ejercicio responsable del voluntariado y evitar las malas prácticas realizadas por algunas empresas y oenegés, la Organización de Naciones Unidas presentó en 2010 un documento denominado “Guidelines for the Alternative Care of Children” (Directrices sobre las modalidades alternativas de cuidado de los niños”), que contemplaba una serie de normas con las que pretendía garantizar la aplicación de la Convención sobre los Derechos del Niño para asegurar la protección y el bienestar de los niños que se ven o corren el riesgo de verse privados del cuidado parental. Dos años más tarde, la ONG Better Care Network, en colaboración con otras organizaciones como Save the Children, Aldeas Infantiles SOS o Unicef, profundizó en esta dirección elaborando el manual titulado “Avanzando en la implementación de las directrices sobre las modalidades alternativas de cuidado de los niños” que pretendía asistir a todas aquellas partes interesadas en la implementación de las directrices anteriormente definidas por las Naciones Unidas.

Por eso si se quiere practicar un voluntariado responsable es necesario, primero abrirse al intercambio cultural, libre de prejuicios y estereotipos, y segundo contactar con organizaciones sin ánimo de lucro, solventes y reconocidas, que reúnan la experiencia y los recursos necesarios.