El antídoto para una vida de ruidos y prisas. Qué duda cabe que la sociedad tecnológica y de la información en la que vivimos nos ha traído grandes beneficios y ha mejorado nuestra calidad de vida en un sinfín de aspectos. Pero paradójicamente, también es cierto que se ha ido acrecentando el malestar emocional, la insatisfacción y muchos trastornos psicológicos. La ansiedad y el estrés, junto a la depresión, son las enfermedades “estrella” de nuestro tiempo. Tanto es así que la OMS estima que serán la segunda causa mundial de discapacidad para el año 2020.
Aunque por supuesto no es la única causa, mucho de este malestar tiene que ver con nuestro estilo de vida actual, caracterizado en buena medida por las prisas, la competitividad, el “resultado”, el consumo exasperado y la sobreexposición indiscriminada a la información. Nuestra cotidianidad está marcada por el correr, el hacer, las prisas y el ruido constantes… la sociedad nos exige un ritmo trepidante, en el que tenemos que dar respuesta a todo y ser eficientes…
Si a las ya de por si duras “exigencias del guión” le sumamos nuestra tendencia habitual de “estar en la cabeza” y “querer controlar” todo lo que nos ocurre (en el trabajo, la familia, con los amigos, etc.), tenemos el mejor caldo de cultivo para que surjan la frustración y la insatisfacción permanentes. Un malestar que, a su vez, intentamos calmar y controlar con más de lo mismo, con la misma receta ya sabida: más hacer y más control… Como si de un disco rayado se tratara, acabamos convirtiéndonos en el “hámster dentro de la rueda”, nos hacemos preso de nuestra propia cárcel de cristal. Entramos así en el automatismo, que impide que nos demos cuenta de todo lo que está en nuestras manos para poder evitar llegar a esa situación.
Una vez que vemos este círculo vicioso y queremos cambiarlo… ¿Qué podemos hacer en nuestro día a día para revertir esta tendencia?
Sin lugar a dudas, es fundamental cambiar nuestros hábitos y estilo de vida pero sobre todo, lo más básico es poder tomar conciencia de aquello que hago, cómo lo estoy haciendo y qué consecuencias está teniendo en mi vida. De esta forma podremos identificar aquello que nos dificulta y nos hace sufrir.
Poder pararnos unos instantes, dejarnos sentir y poner conciencia puede llegar a ser algo muy difícil si, como venimos diciendo, el ritmo de la vida y nuestra propia actividad mental nos llevan en la dirección opuesta: al incesante martilleo de nuestra actividad mental. Ahora bien, que sea difícil no significa que sea imposible y Mindfulness justamente nos ayuda a conseguirlo. ¿Qué es Mindfulness? ¿En qué consiste?
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Por Diego Albarracín (Responsable de Programación y Contenidos Formativos Centro Abierto)