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El consumo colaborativo, una nueva forma de comprar y vender

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Los tiempos de crisis agudizan el ingenio de los más emprendedores y son ya muchos los particulares que buscan nuevas fórmulas para ahorrar o para obtener unos ingresos extra. Una de las alternativas que va cobrando más fuerza en nuestra sociedad es el consumo colaborativo, una forma sencilla de realizar transacciones en la que particulares ofrecen servicios a otros particulares a un precio muy asequible: coche, comida, una habitación, traducciones, clases particulares, asesoramiento… El punto de encuentro suele ser una página web donde se ponen en contacto compradores con vendedores de una forma sencilla, directa y transparente.

El auge del consumo colaborativo es tan notable en todo el mundo que la revista TIME lo considera una de las 10 ideas que van a cambiar el mundo. El consumo colaborativo se ha consolidado como un sistema económico en el que se comparten y se intercambian bienes y servicios a través de plataformas digitales. El movimiento del consumo colaborativo supone una revolución en los hábitos de consumo y se caracteriza por el paso de una forma de consumismo individualizado hacia nuevos modelos potenciados por los medios sociales y las plataformas de tipo peer-to-peer (red-entre-pares o red-entre-iguales).

El término “consumo colaborativo” fue acuñado por vez primera por el consultor Ray Algar en un artículo del mismo título publicado en la revista “Leisure Report” en abril de 2007. Tres años después, en 2010, el consumo colaborativo comenzó a popularizarse a raíz de la publicación de un libro titulado “What’s Mine Is Yours: The Rise of Collaborative Consumption” escrito por Rachel Botsman y Roo Rogers. Por su parte el MIT (Instituto Tecnológico de Massachussets) ha calculado el potencial del consumo colaborativo en 110.000 millones de dólares, cuando hoy ronda los 26.000 millones, generando unos beneficios de unos 3.500 millones según la revista Forbes.
Para sus más fervientes defensores, el consumo colaborativo es una respuesta a la inequidad y la ineficiencia del mundo. Los números son demoledores. El 40% de los alimentos del planeta se desperdicia; los coches particulares pasan el 95% de su tiempo parados; en Estados Unidos hay 80 millones de taladradoras cuyos dueños solo las usan 13 minutos de media durante toda su vida, y un automovilista inglés malgasta 2.549 horas de su vida circulando por las calles en busca de aparcamiento.
Con estadísticas así el avance del consumo colaborativo parece imparable.

Un mundo de emprendedores

Más que asistir a una época de cambios estamos asistiendo a un cambio de época. Somos tan privilegiados que estamos asistiendo a un cambio de paradigma en cuanto a la forma de concebir la realidad y uno de los cambios más importantes es todo el relacionado con el mundo profesional.

En el futuro todos seremos emprendedores. Y lo seremos porque nadie será capaz de predecir cómo serán las cosas en un mundo tan cambiante y, por tanto, de ofrecer un empleo por tiempo indefinido. Lo seremos porque cada persona será responsable de su propia marca personal. Seguiremos trabajando en empresas y organizaciones pero los modelos de relación estarán basados en la productividad personal, en la marca personal y en la aportación real al proyecto. Este monumental cambio social exige de nosotros responsabilidad y adaptación. Responsabilidad para saber que quizá por primera vez desde hace mucho tiempo somos los responsables de nuestras vidas y que no podremos confiar nuestra carrera profesional más que a nosotros mismos. Y adaptación para aprender las habilidades necesarias para desenvolvernos en un mondo cambiante.

La buena noticia es que jamás en la historia de la humanidad se han ofrecido tantas oportunidades a las personas para poder vivir de su talento y para poder convertir su pasión en su profesión.

Si te apetece reflexionar sobre la actitud emprendedora, este vídeo está hecho para ti:

 

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Por Sergio Fernández

@sergi_fernandez