Entradas

competencias-laborales-2

Competencias para la vida laboral

competencias-laborales

Hoy en día no basta tener un título que nos faculte ejercer en una determinada profesión o materia, debemos además ser competentes en diferentes niveles para tener un desarrollo profesional y personal pertinente a los cambios y a la nueva aldea ‘glocal’.

Existe un vínculo relevante entre la formación de profesionales y las necesidades y exigencias de las empresas a la hora de contratar profesionales, así como también en  la sociedad debido al cambio continuo en que nos vemos involucrados, no sólo por la aceleración de manejar nuevas tecnologías, sino también por una tendencia que implica un cambio de paradigma en la ciencia, en las nuevas formas de integrar el conocimiento y  de aplicarlo en las nuevas necesidades de ámbitos como economía, política, ecología, salud, agricultura, alimentación, empleo, entre otros.

Para los que nos toca formar en la universidad, hemos de tener en cuenta la brecha que existe aún entre la teoría y la práctica. ¿Cuánto estamos aportando realmente en la formación para la vida laboral y personal? Según los resultados que hacen eco en la necesidad de mejora, hemos de replantearnos las estrategias que incorporen no sólo relaciones interdisciplinares, sino que atiendan a la contingencia de la cual somos parte, a la vez que responsables.

El tema de las competencias transversales, es un ámbito que en los distintos niveles de educación genera ciertas  resistencias y en algunos contextos educativos no se trabajan con mayor claridad. Es decir, cada docente hace lo que mejor puede. Pasando, por ejemplo, de centrarse en objetivos y contenidos de manera instruccional y con aprendizaje memorístico, a centrarse en un excesivo trabajo grupal desatendiendo el trabajo reflexivo e individual.

Hace un tiempo participé de una indagación de las competencias genéricas o transversales con motivo de un artículo en docencia universitaria y en el cual se hacía un pequeño análisis del Informe Tunnig Europeo y el Informe Tuning para Latinoamérica, esto significa, acuerdos entre países para fijar puntos de referencia, convergencia y comprensión mutua para ‘sintonizar’ las estructuras educativas e ‘identificar e intercambiar información y mejorar la colaboración entre las instituciones de educación superior para el desarrollo de la calidad, efectividad y transparencia’.

Se pueden apreciar algunas diferencias internas, no obstante, en ambos casos, se trabajan  tres ejes de competencias: Instrumental (referido a aquello que un individuo debe manejar), interpersonal (referido a las capacidades para trabajar con otros)  y sistémica (referido al sistema social). En tal sentido, encontramos la necesidad de formar en: Habilidades de comunicación, toma de decisiones, resolución de problemas, uso de tecnologías, creatividad, liderazgo, autonomía personal, capacidad de análisis, organización, pensamiento crítico, compromiso ético, reconocimiento de la diversidad cultural, trabajo en equipo, espíritu emprendedor, sensibilidad en temas ambientales, manejo de lenguas extranjeras, pensamiento crítico y complejo, entre otras.  Tomando como referencia  una universidad de España y una universidad de Chile, observamos que en ambos casos, según la definición de lo que deberían ser unas y otras había cierta confusión en la distribución de competencias, por ejemplo, en un caso, la automotivación se presentaba como competencia interpersonal (siendo claramente una habilidad del individuo consigo mismo) y otras que por su transversalidad pueden estar en unos y otros niveles.

Esta confusión puede ser relevante a la hora de planificar la formación inicial de los profesionales, como también la capacitación laboral posterior. Por ello, puede ser pertinente, un mapa de ruta. Proponemos uno que integre competencias según sean las necesidades de integrar mayores niveles de conciencia.

Las competencias para la vida según  los niveles de consciencia. Es un hecho que la realidad es compleja y nos aproximamos a ella  desde diferentes perspectivas disciplinares y personales con la finalidad de comprender mejor los fenómenos. Concordamos con Edgar Morin en este cambio de paradigma donde se plantea la complejidad como aquello que forma un tejido conjunto, lo cual viene a ser una red de conocimientos entrelazados que nos plantean nuevos desafíos  para superar las adversidades del presente.

Por ello, necesitamos ir paso a paso, desde que somos bebés, vamos evolucionando en consciencia. En el útero materno y hasta los dos meses aproximadamente, estamos unidos a la consciencia del todo, vamos luego reconociendo la otredad, participando con otros de manera colectiva, ampliando nuestra visión global, para llegar a planos de trascendencia. Se dice que como humanidad aún estamos en una etapa muy infantil, que aún somos altamente egoístas, no obstante, hay otros más optimistas que vemos más allá de la agenda setting de los medios, y cómo se va haciendo evidente, cada vez más, a decir del físico teórico David Bohm, este ‘holomovimiento’, donde nos importan cada vez más los otros, la solidaridad, la interculturalidad, la sostenibilidad y la ética como elemento clave para el desarrollo de una cultura en valores y de paz.

El triángulo básico de la vida puede explicarse, como plantea D’Ambrosio según la relación entre  individuo-sociedad-naturaleza. Además de innumerables autores que se interesan por los temas transversales y  transdisciplinares, en una investigación realizada para estudiar el fenómeno de la creatividad, validamos un modelo que aportaba un cuarto cuadrante, referido a la consciencia y la complejidad y el cual,  tiene diferentes aplicaciones. Una de ellas, es este campo de desarrollo personal y profesional, que son las competencias.

Este cuarto cuadrante no está en un nivel superior, sino que tiene sus implicaciones en los tres ejes competenciales (individual, interpersonal y sistémico). Representado en una imagen, sería un tetraedro.

Integrar este cuadrante implica tener en cuenta temas como la creatividad y la ética en cada uno de ellos. No se trata la creatividad reducida a una capacidad individual, sino también a nivel social y global. Implica incorporar temas de autoconocimiento, de sensibilidades, de integrar el conocimiento con enfoque transdisciplinar (que va más allá de lo instrumental y específico), de potenciar una consciencia personal y social en un contexto ético, sostenible, sustentable, donde se fomente la sensibilidad por temas medioambientales, por la calidad del trabajo, por la importancia de los temas transpersonales.

Cualquier tipo de institución no sólo debe atender a su nivel de rendimiento, sino a la calidad de vida para su comunidad. Por ello, ya existen empresas pioneras que cuentan con su ‘Gerente de la felicidad’,  con referencia al  Ministerio de la felicidad de Bután. No sólo hemos de tener nuestras necesidad básicas cubiertas, nuestro trabajo ha de ser también una fuente de satisfacción, y cualquiera que sea, podemos ofrecer nuestros talentos en servicio de una comunidad mayor. Ya lo ha dicho Matthieu Ricard, considerado el hombre más feliz del mundo, cuando mayor felicidad experimentamos, es cuando sentimos compasión hacia los demás.

Por tanto, una institución madura, (que no esté interesada sólo en sus propios beneficios) será aquella que se ocupe de formar, desarrollar y potenciar las competencias para la vida. Trabajar las competencias  con un adecuado Mapa de ruta centrado en la evolución de la consciencia, puede resultar de utilidad didáctica y un beneficio en que todos ganan. Gana el individuo, gana la institución, gana la sociedad y gana el entorno local y global.

 

Artículo escrito Jessica Cabrera Cuevas • Pedagoga y Doctora en Creatividad
Publicado en el nº 10 de la revista Ideas Imprescindibles

 

Creatividad supraconsciente: dejarnos enseñar por nuestra mente creadora

Para mí hablar de creatividad es hablar de honestidad, la parte más incorrupta y pura del ser, la infancia, la sabiduría original. Sólo hay que mirar a la infancia, observar los juegos de un niño, sus dinámicas y procesos, para saber que todos somos verdaderos artistas cuando somos niños. Esa capacidad de crear, de imaginar, de superar obstáculos.

Un niño es capaz de convertir una piedra en un superhéroe, una caja de cartón en una nave espacial. Un niño es capaz de dibujar una maraña de líneas y explicarte que está dibujando a Dios. Pero ¿qué sucede al hacernos mayores? ¿Qué pasa cuando un niño entra en una escuela, en el sistema, en el camino marcado para su evolución. El niño comienza a “aprender”, marcada una clara dirección de donde está lo correcto y lo incorrecto, a veces hasta le piden colorear dentro de un límite muy concreto “sin salirse de la raya”. Entonces ¿dónde queda su capacidad de salirse de la raya?, ¿dónde queda su propia creatividad? ¿dónde queda su propia manera de hacer las cosas? ¡A nadie le importa!

La educación nos adoctrina estricta-mente con disciplinas académicas en un esfuerzo por ejercitar diariamente el lado izquierdo de nuestro cerebro. Este lado será el que nos haga productivos y perfectos participantes de una sociedad a la que debemos “pertenecer” si no queremos caer en el doloroso vacío de la exclusión. El sistema está diseñado de una manera directiva y estricta donde todo lo que no adquiere la capacidad de resolver problemas académicos y ajustarse a las expectativas externas y a los resultados esperados, “no sirve”. O aprobamos o suspendemos.

¿Cuántos niños que no son buenos académicamente sienten que realmente “están suspendidos”? ¿Hay alguien que les diga que si no tienen el talento de estudiar podrían tener otro talento? ¡No! Si no te adiestran, no vales, no encajas, no sirves a la sociedad. Pero, ¿cómo servir de otra manera? ¿Cómo descubrir tu verdadero talento? Quizás muchos creemos estar realmente “suspendidos” en este aspecto, tan desconectados de lo que sentimos, que no sabemos quienes somos o donde colocarnos ordenadamente dentro de esta extensión infinita que nunca atisbamos.

¿Podemos decidir qué dibujo hacer y cómo colorearlo?… ¡NO! La creatividad es la gran excluida del sistema. Existe pero la mayoría no quieren abrazarla. El miedo a salirnos de la raya nos lleva a cerrar el camino. A cerrar las posibilidades o dones infinitos en cada ser humano, y por lo tanto a la pertinente frustración. Creo que necesitamos cambiar el foco de atención, hemos estado demasiado tiempo utilizando, valorando y ejercitando sólo una parte del cerebro y por lo tanto la otra ha quedado atrofiada. Ahora ha llegado el momento de quitarse la escayola, darse cuenta que tenemos todos los músculos inmóviles, y ponerse manos a la obra para fortalecer y engrandecer esa otra parte de nosotros; nuestra CREATIVIDAD.

La sabiduría de la mente debe unirse a la sabiduría del cuerpo. LO CONSCIENTE da lo INCONSCIENTE. ¿Sólo lo que se ve importa? ¿Y lo invisible? En las antiguas civilizaciones, en el origen, nuestros ancestros de las cavernas, en la Grecia antigua, todos sabían que la creatividad llegaba a través de un “espíritu divino”. Crear era rezar. ¿Qué ha pasado? ¿En que momento creímos que el ser humano podía tener la potestad cómo para ser más grande que el propio universo? Todos los creadores describen el proceso creativo cómo “algo más grande que te posee”, sin que tu puedas evitarlo “algo te toma”.

Un fluir de ideas, imágenes, música, poesía…Sea cual sea la herramienta, cuando comienzas el proceso creativo algo que sabe más, te utiliza cómo vehículo. Este es el RETO. No podemos controlarlo. El arte nos conecta con la capacidad de entrega, la capacidad de “ser tomados”. Un artista no está usando su intención para su propio beneficio, un artista está siendo “tomado” por una realidad que necesita hacerse manifiesta a través de un cuerpo. ¿Podemos entregarnos a esta ilógica, inmedible, incontrolable realidad? ¿Cómo entregarnos a lo desconocido sin miedo a desviarnos del camino por donde todos caminan? ¿Qué es esa fuente de donde los genios dicen recibir la inspiración o el impulso creativo? ¿Cómo acceder a esa fuente? ¿Cómo relacionarnos con esta fuente sin creer que vamos a perder la cabeza?
C. G. Jung utiliza el término SUPRACONSCIENCIA para definir esa capacidad intangible que nos dirige, esa fuente de inspiración, ese impulso que nos toma.

Algo que nos mueve tanto emocional, racional o instintivamente. Esa parte que dirige nuestro pulmón sin que nosotros hagamos nada para querer respirar. Esa capacidad que tiene el cerebro de conectarse con una sabiduría universal, que está estrechamente ligada con la intuición. Para mí, la CREATIVIDAD SUPRACONSCIENTE es una experiencia que debemos encontrar si queremos rescatar la pureza original del artista que todos fuimos y seremos.


Artículo escrito por Cecilia Rius Canal, Artista y Canalizadora
Publicado en el nº 8 de la revista Ideas Imprescindibles

Ideas Imprescindibles con Miriam Subirana

Miriam Subirana con Ideas Imprescindibles

Ideas Imprescindibles y Miriam-SubiranaIdeas Imprescindibles, de la mano de Ignacio Pi, Responsable Global de Mediapost Group, y Jesús Vázquez, Responsable de Comunicación, tuvimos el placer de compartir una agradable charla con Miriam Subirana, coach, artista, escritora y conferenciante internacional, a un día de su Conferencia¿Quién manda en tu vida?“.

Mañana, jueves 3 de Julio, a las 19:30h, en el Caixa Forum de Madrid, Miriam nos hablará de cómo gobernar la mente para vivir mejor, cómo el tiempo o las personas pueden gobernar nuestras vidas impidiéndonos lograr relaciones inspiradoras y de confianza y qué hábitos saludables podemos seguir para mantener una actitud positiva ante la vida.

Miriam combina las habilidades de la Indagación Apreciativa y el Coaching y del liderazgo con el uso del arte y las técnicas de la meditación creativa, diseñadas para despertar y ejecutar el potencial creativo de aquellos que participan en sus seminarios. Además, es autora de libros y colaboradora en El País Semanal, las Revistas Mente Sana, Psicología Positiva, DONNA, con artículos sobre temas de crecimiento personal.

Os recordamos que la entrada es gratuita. Rogamos confirmar asistencia escribiendo un email a info@mediapostgroup.es

Nos os lo perdáis. ¡Os esperamos!

En busca de la creatividad perdida

Carmen se ha levantado a las siete y media. Ultimar el disfraz de Mateo para la fiesta del colegio le ha arrebatado varias horas de sueño y deberá dedicar más tiempo al maquillaje. Se acaba de duchar y se encuentra frente al armario eligiendo ropa. El vestido azul sería una buena elección, si no fuera porque está en la lavadora. Los vaqueros resultan muy cómodos pero también demasiado informales, a las once debe presentar un informe a la junta directiva. El vestido negro combinado con la chaqueta burdeos puede ser una opción adecuada. Mientras se adentra en el complejo proceso de la elección de sus zapatos, recuerda que tiene cita con el ginecólogo a las cinco y que el coche sigue en el taller. ¿Cuál era la estación de Metro más cercana? Mañana es el cumpleaños de su madre y aún no ha comprado un regalo. “Otra vez un ramo de flores puede reflejar que no me he esmerado mucho”, piensa.

La mayor parte de nuestro tiempo lo dedicamos a resolver problemas que requieren una solución creativa. Estos retos exigen a nuestro cerebro pensar de forma divergente, es decir, partiendo de un enunciado debemos plantear numerosas alternativas para seleccionar la que resuelve el problema de la manera más sencilla y eficaz.

Sin embargo, desde pequeños, aprendemos a pensar de forma convergente, en otras palabras, nuestros padres y educadores nos obligan a encontrar, partiendo de un enunciado, la única respuesta que soluciona ese problema. En el pensamiento convergente sólo existe una respuesta correcta, no hay dos ni tres. O aciertas o estás equivocado. O lo haces bien o lo haces mal. En el pensamiento divergente existen infinitas respuestas, infinitas posibilidades, y no se trata de acertar sino de crear, imaginar, construir. Y el resultado no se mide por un acierto o un error, sino por la originalidad de las respuestas.

El agitado despertar de Carmen demuestra que la creatividad no es patrimonio de un puñado de elegidos. Todos somos creativos. La creatividad es un rasgo natural de nuestra genética, un componente esencial de nuestro ADN. Basta entregar a un niño una hoja en blanco y unos lápices de colores y esperar. En unos minutos la hoja se habrá llenado de imágenes y el niño habrá creado de la nada un mundo de colores y formas. Parece magia. Pero no lo es.

¿Por qué dejamos de ser creativos? 

La creatividad es una habilidad inherente a la condición humana. Crear es un acto propio de nuestra naturaleza. Sin embargo, a medida que maduramos y que nuestras vidas progresan nuestra facultad de crear se diluye y caemos en la rutina y la previsibilidad. ¿Pero a qué se debe que perdamos esa fabulosa capacidad para crear? Las razones son diversas, pero entre los inhibidores que erosionan la creatividad destaca la nefasta influencia de nuestro sistema educativo.

El sistema educativo occidental se basa en el conocimiento a través de la memorización. Durante nuestro período de aprendizaje almacenamos datos referentes al funcionamiento de las matemáticas, las leyes de la física, la geografía, la historia o las ciencias naturales. En todos estos casos existen marcos de referencia que determinan si nuestros conocimientos son correctos, suficientes o insuficientes. Durante este proceso el niño se va despojando paulatinamente de su innata habilidad para sugerir alternativas y posibilidades y va interiorizando modelos, métodos y certezas que en la mayoría de las ocasiones ni entiende ni comparte.

Ken Robinson, educador, escritor y conferenciante británico y uno de los expertos en creatividad más reconocidos del mundo, asegura que las escuelas matan la creatividad. En sus conferencias, libros y artículos Ken Robinson insiste en la idea de que las escuelas premian a los alumnos que están callados y toman apuntes y sin embargo castigan a los alumnos que arriesgan y se equivocan. A la larga este sistema genera ciudadanos obedientes, sumisos y adaptados, que rara vez disfrutan con sus trabajos y que malgastan sus vidas realizando labores que no les interesan. Tras quince o veinte años de educación represiva los jóvenes están preparados para formar parte de una sociedad llena de ciudadanos grises, mediocres, resignados y poco participativos.

En conclusión, las consecuencias de anular la creatividad en las escuelas son devastadoras para el individuo y para la colectividad.

Ken Robinson / Las escuelas matan la creatividad:

¿Podemos recuperar la creatividad?

Recuperar la creatividad no sólo es posible sino que se antoja necesario. Las profundas transformaciones que debe acometer nuestra sociedad requieren el talento de mentes libres y creativas. La reconquista de la creatividad es un objetivo prioritario para toda sociedad en crisis. El mundo necesita nuevas ideas, nuevos caminos, nuevas ideologías.

¿Pero por dónde empezar?

Podéis leer el artículo completo en el segundo número de nuestra revista digital gratuita, haciendo clic aquí.

Por Jesús Vázquez.

Mindfulness para romper la inercia

Mindfulness para romper la inercia

Mindfulness para romper la inercia En física, la inercia es la propiedad que tienen los cuerpos de permanecer en su estado de reposo o movimiento, o la resistencia a modificar ese estado. Como consecuencia, un cuerpo conserva su estado si no hay una fuerza actuando sobre él.

Así caminamos por la vida, por inercia. Andamos por la calle con el piloto automático. Nos despertamos, nos duchamos, cogemos el metro, llegamos a la oficina, trabajamos durante 8 horas o más y tomamos al metro para llegar a casa. Al día siguiente, vuelta a empezar. En casi todo ese tiempo apenas hemos sido plenamente conscientes de cada una de nuestras acciones, del presente. Repetimos los mismos hábitos, anclados en una rutina. A veces la ciudad recuerda a multitudes de ‘zombis’ que vagan por las calles desplazándose por inercia, absortos y concentrados en miles de pensamientos sobre el pasado y el futuro. Acostumbramos a darle vueltas y vueltas a cavilaciones negativas sobre aquellas cosas que nos han pasado o que vendrán.

“Cuando cavilamos mucho sobre lo que no funciona, nos agotamos mental y emocionalmente, acumulamos malestar y no podemos decidir con claridad”, afirma Miriam Subirana en su artículo “Gestionar el sufrimiento“. Efectivamente, ¿quién no se ha sentido agotado mentalmente y con dolor de cabeza tras recaer mil veces en el mismo asunto? Estos conflictos nos atrapan y nos impiden disfrutar del momento presente en el que nos encontramos. En ocasiones, aunque estemos en la playa más paradisiaca, frente al mar y descansando en vacaciones, no somos capaces de desconectar. Esas preocupaciones que merodean por nuestro interior nos ponen una venda en los ojos que nos impide sentir la brisa marina y calentarnos al sol, sensaciones únicas que se desvanecen por culpa del sufrimiento.

Alcanzar la mente plena o el Mindfulness es la solución para aprovechar nuestro tiempo al máximo. Es totalmente necesario sincronizar mente y cuerpo y abrazar el momento presente. Cuanto más percibamos ese sentimiento más vivos nos sentiremos y nuestra vida será de mayor calidad. Además, romperemos esos bloqueos que nos impiden pensar con claridad y tomar las decisiones acertadas y rápidas. La creatividad fluirá mil veces mejor si nos deshacemos de esas ataduras que construyen muros en nuestra cabeza. Desactivemos el piloto automático, rompamos la inercia, apliquemos una nueva fuerza y tomemos el timón.

 

Por Olmo Rodríguez

@olmorm

Creatividad, la clave para sonreír al futuro

02-A-Blog-Ideas-Imprescindibles-post-creatividad

Ha llegado el momento de reinventarse. Sin miedos, sin complejos, sin ataduras. ¿Y cómo gestionar ese cambio? ¿Cómo encontrar nuestro sitio en este nuevo entorno? En medio de este aparente caos, parece que la creatividad se erige como el faro que ilumina el camino.

Gillian es una niña de 8 años. Sus profesores están muy preocupados porque siempre entrega los deberes tarde, su caligrafía es pésima y sus notas cada día son más bajas. Además en clase molesta a los otros niños porque no para de moverse, emite ruidos extraños y se asoma con frecuencia a la ventana. Su conducta había llegado a tal extremo que decidieron comunicárselo a sus padres.

Los profesores estaban convencidos de que Gillian presentaba dificultades de aprendizaje y que lo más adecuado sería trasladar a la niña a un centro para niños con necesidades especiales.

Esta historia sucede en los años 30, en Inglaterra, y por aquel entonces el TDAH (Déficit de atención e hiperactividad) aún no era un trastorno disponible.

La madre de Gillian decidió llevarla a un psicólogo. Mientras aguardaban en la sala de espera, Gillian observaba los libros que reposaban en la estantería de madera de roble. De repente, apareció el psicólogo, un hombre de gran estatura, enfundado en una elegante chaqueta de tweed. Aquel hombre tomó con ternura la mano de la niña y la condujo hasta la consulta, donde le pidió que se sentara en un sofá. Gillian estaba tan nerviosa que se sentó sobre sus manos para

no moverlas.

El psicólogo empezó a preguntar a la madre de Gillian acerca de su conducta en la escuela, mientras observaba los movimientos de la niña, su mirada, sus piernas. La mirada disimulada de aquel hombre tan enorme incomodaba a Gillian, que no quería mover ni un músculo. Por nada del mundo Gillian quería que la cambiaran de escuela y menos que la ingresaran en una escuela para niños con necesidades especiales. Aquellos veinte minutos sin duda fueron los veinte minutos más largos de su vida. De repente, la madre de Gillian y el psicólogo concluyeron su diálogo. El psicólogo se levantó de su silla y se acercó a la pequeña.

– Gillian, has mostrado una gran paciencia y te lo agradezco. Pero me temo que tendrás que seguir teniendo paciencia durante unos 

minutos más. Ahora necesito hablar con tu madre en privado. Vamos a salir fuera, pero no te asustes, no tardaremos. 

Gillian asintió dubitativa y los dos adultos abandonaron la habitación. Pero antes de salir, el psicólogo encendió la radio que descansaba en su escritorio. En cuanto salieron de la habitación y caminaron unos pasos, el psicólogo se acercó a la madre de Gillian y le dijo en voz baja:

-Por favor, permanezca aquí y observe a su hija. 

Frente a ellos había una pequeña ventana desde donde se podía observar a Gillian sin que ella lo percibiese. La madre se quedó boquiabierta al ver a su hija levantarse y comenzar a bailar. El psicólogo y la madre de Gillian estaban deslumbrados por la gracia de la niña, sus movimientos armónicos y sobre todo la expresión de su rostro, mostrando una felicidad infinita. Porfin el psicólogo se dirigió a la madre de Gillian y le dijo:

-Señora Lynne, su hija no está enferma… es bailarina. Matricúlela cuanto antes en una escuela de danza

Los padres de Gillian llevaron a la pequeña a una escuela de danza y aquella decisión cambió su vida. Allí se encontró con niños como ella, niños que no podían estar quietos, niños que necesitaban moverse para pensar.

Con el paso de los años, Gillian brilló como solista en el Royal Ballet de Londres y su talento llegó a oídos de Andrew Lloyd Weber, que encargó a Gillian las coreografías de algunos de los musicales más famosos de la historia, como Cats o El Fantasma de la Ópera. Gillian se convirtió en una coreógrafa famosa y multimillonaria y ha proporcionado placer a millones de personas de todo el mundo.

Y eso sucedió porque un día apareció una persona en su vida que supo interpretar sus síntomas, que supo entenderla. Otro psicólogo le habría recetado un medicamento y le hubiese aconsejado que se calmara.

Gillian no era una niña enferma, no necesitaba acudir a ninguna escuela de educación especial. Sólo necesitaba ser quien realmente era.

Esta historia, difundida por Ken Robinson, el prestigioso experto en creatividad e innovación y una de las voces más autorizadas en educación alternativa, demuestra que nuestro sistema educativo hace aguas en su línea de flotación. Como dijo Max Stirner, el filósofo alemán del siglo XIX, “el Estado me proporcionó una educación adecuada a él y no a mí”.

Nuestro sistema educativo responde a las necesidades de una sociedad marcada por la industrialización y la fabricación en serie, es decir, una sociedad que ya no existe. Sin embargo hoy las compañías, los gobiernos y las instituciones nos demandan una mayor capacidad de emprendimiento y de innovación. ¿Cómo esperan que seamos más creativos si hemos sido educados justo en la dirección contraria?