El “somier valla”, una alternativa circular para el mundo rural

¿Hasta qué punto el reciclaje y la sostenibilidad del planeta deben estar supeditados a una estética bucólica? El “somier valla” es el curioso nombre de un nuevo concepto que ejemplifica ese acusado contraste entre lo que necesitan las zonas rurales y los que los urbanitas extremistas consideran estético.

¿Has oído hablar del feísmo? ¿Tienes una opinión al respecto? En este artículo vamos a relacionarlo con la economía circular, las necesidades rurales y el sino de los tiempos: opinar sin tener los conocimientos necesarios.


El somier valla y otros ejemplos de reciclaje rural

Tradicionalmente, el reaprovechamiento de los objetos viejos u obsoletos ha sido más habitual en los pueblos y los entornos rurales que en las grandes ciudades. Todos hemos visto en algún pueblo sillones, neveras y sofás reutilizados para formar parte de verjas, vallas, establos o incluso casas.

La actual sensibilización social hacia la sostenibilidad y la protección del planeta está animando a reciclar a más escala. Incluso a nivel institucional, se están dando pasos evidentes en esta dirección.

Como contrapartida, algunos escenarios idealizados del campo están perdiendo su esencia. ¿O tal vez ocurre lo contrario? Quizá estos elementos reciclados, que contribuyen a proteger el medioambiente, presentan per se una belleza diferente.

Cuando los residuos se integran en el paisajismo con usos renovados, dejan de ser basuraleza. ¿No te parece?

Ejemplos de objetos-delirio en el entorno rural

Convertir los elementos desechados en nuevos productos funcionales y prácticos es un arte, así como una medida inteligente para renovar los recursos con el máximo respeto al planeta.

Enumeramos a continuación un buen número de ejemplos que ya podemos ver en muchas zonas rurales:

  • Somieres valla. Cuando el somier de un dormitorio está gastado y ya no cumple bien su función, se puede reconvertir en un cercado para delimitar terrenos. Así evitamos el acceso de animales o foráneos y se visibilizan las lindes.
  • Somieres puerta. Una variante es su reutilización a modo de puertas en fincas rústicas. Una vez colocados, permiten o impiden el acceso.
  • Marquesinas amuebladas. Otro tanto está ocurriendo en muchos pueblos que tenían paradas de autobús incómodas. Lo que antes era un espacio yermo con una mera señalización de transporte, se está reconvirtiendo. Sofás, sillones, toldos y lonas usadas se emplean para acondicionar esos enclaves y proporcionar un mayor confort a sus usuarios. Las aportaciones de los convecinos posibilitan esta renovación tan funcional.
  • Cabinas bibliotecas. Otra idea genial, cada vez más extendida, ha sido regenerar las cabinas telefónicas abandonadas. Hacía tiempo que no servían para nada… hasta ahora. Incluir libros en las cabinas telefónicas abandonadas para su préstamo es una alternativa sostenible para difundir la cultura. Sobre todo en aquellas localidades con insuficientes recursos para disponer de una biblioteca al uso.
  • Hornos buzones. También empieza a ser frecuente la conversión de estos electrodomésticos en buzones domésticos.
  • Tractores como transporte de proximidad. En muchas localidades, las personas con problemas de movilidad son desplazadas con estos vehículos.

Podríamos seguir enumerando muchas más ideas. Los neumáticos que actúan como alcorques, los colchones que insonorizan o acolchan paredes, y los zapatos tiestos, por ejemplo. La creatividad no conoce límites.


Respondiendo a una necesidad

Del mismo modo que los coches eléctricos pretenden dar respuesta a las nuevas demandas de movilidad sostenible, estas ideas cumplen una función específica.

La despoblación, los problemas coyunturales y la falta de recursos afectan a muchas localidades y zonas desprotegidas. Cuando falta el dinero, la imaginación se impone.

En tiempos en que la sostenibilidad es un valor en auge, la reutilización y el reciclaje aportan grandes alternativas. Y no solo como posibles frenos al cambio climático. Ten presente que muchos de los vertederos municipales se encuentran inactivos, cerrados o saturados. Además, una buena cantidad de pueblos carecen de contenedores para el reciclado y la generación de basura no se puede evitar.

Reutilizar es, por lo tanto, un camino lógico y más que positivo. El carácter práctico y, por necesidad, autosuficiente de los pueblos también ayuda al respecto.

La belleza del feísmo

El esnobismo urbano, al llegar a estas zonas desfavorecidas, se muestra insensible antes estas prácticas. No todos los visitantes de la ciudad opinan de igual modo, desde luego, pero el debate está ahí.

¿Afean estos usos al paisaje natural y rural? ¿Deberían erradicarse o frenarse estas prácticas? La integración de elementos industriales desechados en espacios naturales es sorprendente. La falta de costumbre, sobre todo, lleva a considerar antiestéticas estas combinaciones. La pérdida de lo bucólico y la pureza ancestral choca con la funcionalidad, la adecuación y el sentido ecológico de estas actuaciones.

La belleza, en este caso, se encuentra más allá de lo evidente. En la bondad y el pragmatismo de estas intervenciones. En la conciencia sostenible de una comunidad hermanada con la naturaleza, que mira por el bien común y la conservación ecológica. Y dentro de semejante contexto, el somier valla se convierte en una expresión de hermosura y compromiso humano.