El sexilio: cuando debes huir de tu ciudad por tu orientación sexual

El sexilio es un neologismo acuñado por el sociólogo puertorriqueño Manolo Guzmán en 1997, que lo utilizó por primera vez en un libro que estudiaba la homosexualidad en Latinoamérica. Según el blog “Palabrería LGBT“, el sexilio es “el fenómeno por el que personas con identidades sexuales distintas a la heterosexual se ven obligados a emigrar de su barrio, su comunidad o su país por persecuciones hacia su orientación sexual”.

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Esta emigración de nuevo cuño es fruto de la LGTBIfobia que está fuertemente arraigada en numerosos lugares de nuestro planeta. Y no hay que viajar muy lejos para encontrarse con este fenómeno. En España, son numerosos los casos de personas que se han visto obligadas a abandonar sus lugares de origen, especialmente dentro del mundo rural, huyendo del rechazo de sus vecinos debido a su orientación sexual.

El sexilio, un fenómeno migratorio muy frecuente en España

Ser homosexual, lesbiana o transexual puede llevar a muchas personas, especialmente los más jóvenes, a abandonar su barrio, su pueblo o su país con el objetivo de emigrar a otros lugares en busca del anonimato, la tolerancia y el afecto que les permita vivir su sexualidad con total libertad. La discriminación, la humillación e incluso las agresiones que sufren por su condición LGTBI les empujan a tomar esa decisión, que no siempre es la más deseada.

En España, las grandes ciudades, como Madrid, Barcelona o Valencia, acogen permanentemente personas que llegan en busca de esa protección que respete su orientación sexual y que les permita vivir de acuerdo a como son. Incluso hay casos de parejas que han tenido que cambiarse de edificio porque habían recibido el rechazo de sus propios vecinos.

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A pesar de los logros conseguidos por el colectivo LGTBI en la lucha por sus derechos, en España el sexilio sigue siendo un fenómeno muy común. Carla Antonelli, reconocida activista por los derechos LGTBI, elegida diputada por el PSOE en la Asamblea de Madrid en 2011 y la primera mujer transexual que ha ocupado un cargo de representación parlamentaria en España, emigró de su pueblo natal, Güimar (Tenerife), en 1977, al que no regresó hasta 2008, 31 años después.

Aunque existe la percepción de que la sociedad española ha avanzado considerablemente en la carrera por el respeto y la tolerancia hacia los derechos del colectivo LGTBI, sin embargo numerosos casos contradicen esta idea, sobre todo en el entorno rural. Y por desgracia, las agresiones homófobas han aumentado es España. Por ejemplo, en 2018, el Observatorio Madrileño contra la Homofobia registró 345 agresiones, un 7,5% más que el año anterior, lo que significa una agresión al día, sólo en Madrid.

 

El desconocimiento y la desinformación multiplican los casos de sexilio

Muchas personas del colectivo LGTBI confiesan haber fingido durante su adolescencia una heterosexualidad forzada con la intención de encajar en la sociedad y para ser respetados por sus familiares y amigos. Incluso la mayoría declaran haberse autocensurado por no haber sido capaces de declarar su orientación sexual, lo que les llevó a alimentar un profundo sentimiento de culpa. Ese malestar interior, fruto de la presión que impone una sociedad heterosexista y homofóbica, es una de las razones que empujan a muchos jóvenes a abandonar sus lugares de origen, dejando atrás una familia, a la que en muchos casos no vuelven a ver jamás. Para la mayoría de estas personas, regresar a sus pueblos suele provocar un conflicto emocional al que prefieren no enfrentarse.

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Por otra parte, la LGTBIfobia suele acentuarse con el desconocimiento y la desinformación, por lo que es necesario abordar este problema con pedagogía y visibilización. En la medida de lo posible, los colectivos LGTBI deberían aproximarse al mundo rural porque deberían estar presentes no sólo en las grandes ciudades, sino también en las pequeñas ciudades y en los pequeños pueblos. Ese movimiento podría visibilizar y empoderar a todos los homosexuales, lesbianas o transexuales que viven en las zonas rurales y permitiría que cualquier persona, sea cual sea su orientación sexual, pudiera vivir con total libertad en cualquier lugar.