Renta básica: ¿una utopía posible?
La renta básica es una idea que consiste en entregar regularmente a cada ciudadano o residente de un país una suma de dinero por el simple hecho de existir. Sin exigir nada a cambio, sin condiciones. Y la deben recibir todos, sin exclusiones: ricos y pobres, los que tienen trabajo y los que están desempleados, ancianos, adultos, jóvenes y hasta niños, nacionales y extranjeros.
La renta básica cuenta con muchos detractores, pero también con cada vez más defensores, entre los que figuran economistas y empresarios de todo el mundo. ¿Se trata de un objetivo posible o simplemente es una idea peregrina? El caso es que ya hay varios lugares en el mundo donde ya se ha puesto en práctica. Y uno de ellos, aunque no te lo creas, es Estados Unidos.
La renta básica: otra forma de gestionar los recursos del Estado
Bajo el controvertido debate que genera la propuesta de la renta básica, en realidad subyace otro debate quizás aún más profundo: la gestión eficiente de los recursos de los Estados. Los recientes rescates a la banca, los altos costes de las administraciones públicas, los gastos que generan instituciones como la monarquía, el ejército o los sueldos de los políticos, y sobre todo, los incontables casos de corrupción, están socavando la confianza de millones de personas de todo el mundo en la honestidad de sus gobernantes. Si a eso le sumamos los efectos – a veces dramáticos – de la subida de los precios, especialmente de la vivienda, y del desempleo, la pregunta es evidente: ¿por qué para algunas partidas siempre parece haber dinero mientras que a otras siempre se les niega?
España es el tercer país con más desigualdad de la Unión Europea. 12,3 millones de personas – más del 25% de la población española – se encuentran en riesgo de pobreza o exclusión social, mientras que el 10% más rico acapara el 53% de la riqueza total de nuestro país. Ni siquiera tener un empleo es hoy garantía de una vida digna.
Gotz Werner, empresario alemán de recogido prestigio, fundador de una de las cadenas de droguería y perfumería más importantes de Alemania y poseedor de una inmensa fortuna, es uno de los grandes defensores de la idea de la Renta Básica. A través de la asociación política “Unternimm die Zukunft” (“Convertirse en un emprendedor del futuro”) pronuncia conferencias y concede entrevistas por todo el mundo para difundir la idea de la Renta Básica. El pensamiento de Gotz Werner está muy influenciado por las teorías antroposófícas de Rudolf Steiner.
En palabras de Gotz Werner “al recibir una renta básica, el miedo existencial desaparece y surge un espacio de libertad que te permite ser un elemento activo. La Renta Básica es una cuestión de cultura. Para que la gente sea consciente de ello y lo asimile hace falta tiempo. Si se introduce la Renta Básica cuando la sociedad esté preparada, el mundo entero va a cambiar. Nada va a ser como ha sido hasta ahora”.
Algunos defensores de la Renta Básica advierten sobre los efectos en el empleo del desarrollo tecnológico. Empresas como WhatsApp generan miles de millones de dólares anuales con una plantilla que no supera los 60 empleados. Según numerosos estudios, para antes de 2040 prácticamente la mitad de los puestos de trabajo serán desarrollados por autómatas. El sistema no podrá garantizar empleo para todos los ciudadanos y habrá que empezar a aceptar la idea de que un alto porcentaje de la población no va a poder acceder a un trabajo.
¿Tú trabajarías si cada mes te pagaran una renta sin pedirte nada a cambio?
Los detractores de la Renta Básica afirman que sin el estímulo de tener que ganarse la vida para asegurarse un mínimo bienestar, las personas nos volvemos vagas y no emprendemos nuevos retos. Sin embargo, hay algunos acontecimientos históricos que demuestran lo contrario.
A finales de la década de los 80 se encontró petróleo en la región de North Slope, en Alaska, Estados Unidos. Para su explotación, las compañías petroleras implicadas deberían abonar una cierta cantidad de dinero al Estado de Alaska en concepto de compensación. Esa inyección económica supuso para la zona, un área bastante pobre situada muy al norte, un maná que reactivó su debilitada economía.
El primer pago se recibió en 1969 y se cifró en 900 millones de dólares. Las autoridades se plantearon entonces cuál iba a ser el destino que iban a dar a ese dinero. El por aquel entonces gobernador de Alaska, Jay Hammond tuvo una idea revolucionaria: cada año la mitad del dinero se ingresaría en una cuenta de ahorro – el “Fondo Permanente de Alaska” – y la otra mitad se repartiría equitativamente entre todos los ciudadanos de la comunidad. Desde entonces, cada año todos los habitantes de North Slope, sea cual sea su condición social o su edad, reciben puntualmente una asignación económica, que oscila entre los 1.800 y 3.000 dólares.
Otro ejemplo de la implantación de un modelo de Renta Básica es Namibia. A comienzos del siglo XXI, Namibia era uno de los Estados con la distribución de la riqueza más desigual del mundo. En 2008 Zephania Kameeta, obispo de la Iglesia Evangélica Luterana, puso en marcha un sistema de renta básica experimental en una localidad de Otjivero. El día 15 de cada mes todos los miembros de la comunidad recibían una renta básica que les permitía vivir dignamente: pagar el colegio de los niños, la clínica, la comida. ¿Los resultados? El bienestar de todos los ciudadanos mejoró notablemente, los ingresos derivados del autoempleo se cuadriplicaron, y los salarios aumentaron un 19% por ciento. Y otro dato muy importante, nadie en la localidad iba mal vestido o demostraba abandono en su higiene, en otras palabras, su autoestima había crecido notablemente.
Ningún dato parecía evidenciar que la implantación de una renta básica hubiese convertido a sus receptores en vagos, al contrario, muchos de ellos se habían lanzado a emprender proyectos empresariales. El éxito de aquel proyecto experimental fue tal que llamó la atención del nuevo presidente de Namibia, que nombro a Kameeta en 2015 Ministro de Erradicación de la Pobreza y Bienestar Social.
La Renta Básica no es una reivindicación de la izquierda ni de la derecha. De hecho, hay defensores y detractores en ambos espacios ideológicos. Una parte de la izquierda vincula inseparablemente los ingresos al trabajo, y una parte de la derecha asocia la renta básica a la desaparición del Estado del Bienestar. Es evidente que la idea de una Renta Básica exige una nueva forma de entender nuestro sistema económico. Sin duda, la Renta Básica se postula como una idea que pretende reforzar el Estado de Bienestar, con el objetivo de distribuir la riqueza de la forma más equitativa posible y para asegurar que todo el mundo puede vivir dignamente.