Todo va a cambiar

La crisis del coronavirus nos ha estallado en la cara. De repente, el mundo se ha detenido, como si un gran dedo invisible hubiera pulsado el botón de pause. Parece una película de Hollywood. Pero la maldita pandemia es real. La estamos viviendo en directo. Y el futuro es un mar de incertidumbre.
Sin embargo probablemente estemos ante una oportunidad única, extraordinaria. Y en nuestra mano está aprovecharla para reconstruir nuestra civilización con nuevos criterios, más solidarios y más sostenibles. Será el mejor homenaje que podamos rendir a todas las víctimas del coronavirus. Y el mejor legado que podamos dejar a las generaciones venideras.

Mientras se acerca el momento de la reconstrucción, la pandemia del coronavirus nos va aportando pistas sobre el rumbo que deberíamos emprender. Antes de tomar las decisiones oportunas algunas cosas deberían quedarnos muy claras.

1. La naturaleza nos ha puesto en nuestro sitio

Somos capaces de enviar naves a Marte y ahora llega un diminuto virus y nuestro mundo se tambalea. Nos creíamos inmortales y el coronavirus nos ha demostrado que somos muy frágiles. Debemos aceptar que somos vulnerables y que formamos parte inseparable de un organismo superior llamado Tierra.

2. Los gobiernos son más poderosos de lo que creíamos

Pensábamos que el poder de los gobiernos se había esfumado. Por un lado, la subordinación a instituciones supranacionales como la Unión Europea, y por otro, la práctica extinción del sector público en muchos países, habían reducido el margen de maniobra de los gobiernos. Sin embargo, ahora estamos comprobando que los gobiernos nacionales son capaces de movilizar recursos colosales. ¿Por qué no aprovechamos ese poder para resolver problemas como la pobreza, la desigualdad, el desempleo o la falta de vivienda? Ahora ya no va a ser fácil inventar excusas.

3. La economía no son números, son personas

Nos hemos acostumbrado a estudiar la economía como una disciplina basada en curvas y cifras. Ahora nos hemos dado cuenta de que detrás de esas cifras hay personas de carne y hueso. Hemos sublimado la economía y en su nombre hemos legitimado conductas detestables. Ahora es el momento de poner la economía al servicio de las personas. Ideas como la renta básica universal o la nacionalización de sectores estratégicos como Energía, Banca o Telecomunicaciones saltarán al debate político.

 

4. El sector público es esencial

Ahora de repente hemos convertido a los profesionales sanitarios en unos héroes. Y lo son. Pero no caigamos en el error de romantizar la precariedad. Dotemos a nuestra Sanidad Pública de los recursos y profesionales necesarios. La Sanidad debe llegar a todos los ciudadanos. Y los pobres nunca serán buenos clientes. Además la educación pública debe reforzarse para atraer el talento. Venga de donde venga.
Ha llegado el momento de reconstruir nuestro tejido industrial con un sector público fuerte y próspero. Después de la crisis del coronavirus ya nadie en su sano juicio podrá defender la idea de nuevas privatizaciones.

5. La ciencia debe adquirir un papel protagonista

Ahora daríamos lo que fuese por disponer de una vacuna contra el coronavirus. Pero las vacunas no llueven del cielo. Los Estados deben destinar más recursos a investigación si quieren que las mentes más brillantes trabajen en busca de soluciones que aseguren el bienestar presente y futuro de nuestra sociedad. Y eso hay que financiarlo con dinero público. Para que todos los ciudadanos puedan acceder a los medicamentos y vacunas necesarios.

 

6. El capitalismo extremo ha fracasado

¿Qué más tiene que ocurrir para que certifiquemos la defunción del neoliberalismo? El mercado globalizado ha aumentado la desigualdad, ha degradado el medio ambiente y ha empobrecido a los países del Sur. Todo al servicio de unos beneficios que nunca parecen suficientes. Esta versión extrema del capitalismo, sin alma y autodestructiva, sólo funciona para una minoría. ¿Qué hace el 1% de la población mundial con el 82% de la riqueza de todo el planeta? Ha llegado el momento de probar nuevas alternativas. Sin complejos. Hacen falta nuevas ideas y nuevos líderes.

7. La digitalización de las empresas abre nuevas oportunidades

El teletrabajo ha llegado para quedarse. Las empresas han descubierto otra forma de relacionarse con sus empleados. La transformación digital se ha acelerado de golpe y muchas empresas se replantearán sus procesos y sistemas. El tiempo y el espacio han cambiado para siempre. La digitalización de las empresas afectará al mercado inmobiliario, a las fórmulas de remuneración y a los modelos de contratación. Además, las grandes empresas están obligadas a asumir una mayor responsabilidad en la sociedad.

 

8. Nuestra dieta ocasiona graves problemas colaterales

El Mercado Huanan de Wuhan (China) fue el epicentro del coronavirus. Allí suelen venderse una enorme variedad de animales exóticos para su consumo culinario. En el 2002 fue el Mercado de Qin Ping, en la provincia de Cantón, donde se registró el primer caso de SARS (Síndrome Respiratorio Agudo Severo), que infectó a 8.000 personas y acabó con la vida de 800 personas en todo el mundo. Las últimas crisis sanitarias – no olvidemos la gripe aviar ni la gripe porcina – tienen un origen común: provienen de virus que saltaron de animales a humanos. Ha llegado el momento de cuestionar nuestros hábitos culinarios y de considerar el vegetarianismo una alternativa real.

9. Las empresas deberán relocalizar su producción

China se ha convertido en la gran fábrica del mundo. Todas las grandes multinacionales fabrican sus productos en Asia. Por un lado, esa situación asegura un abaratamiento notable de los costes, pero por otro, genera un espectacular aumento del consumo de combustible al requerir un alto número de desplazamientos, y por tanto una insoportable degradación del medio ambiente. Y resulta que ahora como consecuencia de esa deslocalización industrial, nos hemos dado cuenta de que somos incapaces de fabricar unas simples mascarillas y que debemos importarlas. Deberíamos cuestionarnos nuestra dependencia del gigante asiático y de otros países asiáticos. La relocalización de nuestras fábricas en España crearía empleo, reduciría la contaminación y fortalecería nuestro tejido industrial.

 

10.Todos dependemos de todos

En Occidente el individuo ha triunfado sobre el colectivo. Hemos construido costumbres, ideologías y creencias sobre esta premisa. Sin embargo esta crisis nos invita a mirar hacia Oriente, donde el colectivo prima sobre el individuo. Estos días miramos con una mezcla de envidia y curiosidad la disciplina y la organización que demuestran los pueblos de China, Japón o Corea del Sur.
Ahora aplaudimos a los sanitarios, al personal de limpieza, a los reponedores de los supermercados… Se trata de colectivos que muchas veces han pasado desapercibidos y que ahora resultan imprescindibles. Nuestras prioridades y nuestras urgencias han cambiado. No podemos abandonar a su suerte a los más débiles. Su bienestar es el bienestar de todos. Es el momento de unir fuerzas y remar todos juntos en la misma dirección. Todos dependemos de todos.

La crisis del coravirus lo va a cambiar todo. Nuestra forma de relacionarnos, de trabajar, de estudiar, de divertirnos… ¿Volveremos a asistir a espectáculos públicos con tranquilidad? ¿Besaremos a desconocidos? ¿Se extenderá el teletrabajo en todas las empresas? ¿Viajaremos con la misma frecuencia? ¿Será el fin del turismo de masas? ¿Compraremos aún más a través de Internet? ¿Seremos capaces de reconstruir la economía? Pronto iremos conociendo las respuestas.