¿Nacionalidad? Humano

El coronavirus ha demostrado ser un enemigo muy poderoso. Se trata de un adversario minúsculo, invisible al ojo humano, pero no imbatible. En unos meses, tal vez unas semanas, esta pesadilla habrá concluido y el confinamiento que nos mantiene en nuestras casas se habrá terminado. Sin embargo, cuando llegue ese día, ya no volveremos a ser los mismos.

Después de una guerra siempre llega la posguerra. El fin del confinamiento por culpa del coronavirus dará paso a un ciclo de incertidumbre y de crisis económica. Pero también alumbrará una nueva era de esperanza y nuevas oportunidades. La crisis del coronavirus nos ha alertado de repente sobre nuestra fragilidad. La humanidad ha alcanzado logros colosales, ha culminado grandes hazañas, pero sin embargo ahora sabemos que no podemos asegurar nuestra supervivencia ni siquiera unos meses. Esa es la realidad. Ha sido un aviso muy serio, tal vez el último, y ahora somos conscientes de que la extinción de la especie humana es una posibilidad más que probable. Y todo este sacrificio y este dolor no deben ser en balde.

Si algo hemos aprendido con esta pandemia es que nadie se salva solo, que los puestos fronterizos no frenan el paso de un virus y que todos dependemos de todos. Y cuando vuelva la normalidad a nuestras vidas, cuando regresemos a nuestros trabajos y salgamos a pasear por las calles, no se nos debería olvidar. El coronavirus nos está dejando numerosas lecciones que más nos vale aprender.

 

La planetización, una nueva perspectiva para afrontar el futuro

Según afirma en un reciente artículo el arqueólogo, paleontólogo y antropólogo español Eudald Carbonell, “este es el último aviso para nuestra especie. Estamos ante una crisis que deja el sistema al borde del colapso”. Conocido por codirigir las excavaciones de Atapuerca junto a Juan Luis Arsuaga y José María Bermúdez de Castro, Carbonell afirma que “si hubiéramos tenido una conciencia crítica de especie socializada, probablemente esta crisis se habría abortado en el primer momento”. El análisis del profesor Carbonell pone en evidencia la incapacidad de los gobiernos nacionales para ofrecer un planteamiento alternativo y grupal en la lucha contra el coronavirus e introduce un nuevo concepto, la planetización. Sólo si empezamos a tener conciencia crítica de especie, por encima de las nacionalidades y las razas, lograremos sobrevivir a futuras pandemias. La planetización debería profundizar en la idea de la globalización, pero reforzando los aspectos sociales por encima de los económicos, e integrando la diversidad en vez de buscar la uniformidad.

 

La cooperación y la coordinación, claves para sobrevivir como especie

Si queremos sobrevivir como especie, todos los seres humanos que poblamos este planeta deberíamos actuar de forma coordinada, como si fuéramos un único organismo. A partir de ahora los intereses territoriales deberían estar subordinados a una causa mayor, al interés común, al interés de la especie humana. Los comportamientos egoístas sólo contribuirán a debilitar al grupo. Podemos estar acercándonos a una era donde prime la cooperación por encima de la competitividad y lo colectivo sobre lo individual. Una visión planetaria parece ser la única vía posible para la solución de problemas globales como el cambio climático o el crecimiento demográfico. El reto más urgente es sin duda alguna el coronavirus. Pero la humanidad tiene ante sí numerosos retos: el hambre, la contaminación, la falta de agua potable o la desigualdad son problemas que tarde o temprano acabarán afectando a todos de una forma u otra. En este nuevo escenario, ningún problema local debería ser ignorado por el resto de la humanidad.

No será un proceso fácil ni rápido, pero parece que no existe otro camino para asegurar la supervivencia de nuestra especie. La pandemia ha venido a recordarnos lo diminutos que somos, lo frágiles que resultamos ante cualquier fenómeno desconocido. Pero también lo poderosos que podemos ser cuando cooperamos, cuando trabajamos todos coordinados y perseguimos un objetivo común. La crisis del coronavirus debería servirnos como catarsis para mejorar nuestra sociedad, para empezar una nueva era marcada por la solidaridad y la colaboración, y para iniciar un nuevo período de prosperidad donde todos los seres humanos compartamos una única nacionalidad.