El mundo que viene será GloCal

La globalización revolucionó nuestro mundo, nuestra manera de vivir, de comprar, de relacionarnos, de viajar y de descubrir otras culturas lejanas. En los últimos años hemos llegado muy lejos en muchos sentidos. La tecnología, que ha sido una de las protagonistas de esta revolución, ha transformado las relaciones sociales y comerciales hasta el punto, en algunos casos, de convertirnos en irrelevantes a los humanos. Nuestra capacidad de producir, comprar, vender, comunicarnos y relacionarnos no ha tenido límite. Hemos viajado por el mundo entero, esperando descubrir el propósito, que en muchas ocasiones, nuestra vorágine diaria nos había robado. Estábamos tan ocupados en correr y solucionar problemas urgentes que olvidamos las verdaderas razones que nos habían empujado a ello.

Cuanto más lejos habíamos llegado, paradójicamente más nos habíamos distanciado de nuestro entorno y menos habíamos cuidado lo que teníamos más cerca. Casi sin pensar nos habíamos entregado a una cultura del trabajo desenfrenada, que nos había restado tiempo para dedicárselo a nuestros/as hijos/as, a nuestros/as padres y madres, a nuestros/as hermanos/as. Habíamos descuidado los pequeños detalles que conforman la vida diaria. Los niños y los jóvenes se habían adentrado en un universo tecnológico, cambiando sus hábitos de relación y sus prioridades. Para ellos ahora es mucho más interesante jugar al ajedrez o a un videojuego en red con un amigo virtual que vive en Hong kong que pasar tiempo con el vecino o hacer deporte con los compañeros de colegio. A nuestros amigos los habíamos agrupado en entornos de WhatsApp y habíamos abandonado las conversaciones para simplemente compartir información, a veces demasiado superficial. De esta manera, poco a poco, nos hemos ido desapegando de las rutinas, los cuidados y los momentos mas auténticos. Aquellos momentos en los que incluso nos podíamos mirar a los ojos. Y ahora además, la naturaleza nos ha recordado de golpe que somos sus invitados. No sus amos. Y que sin nuestra presencia, realmente, se encontraría mucho mejor. 

De repente, nos han confinado, nos han recluido en nuestras casas. En algunos casos, en compañía de nuestra familia, en otros en soledad, en otros junto a inesperados compañeros de cuarentena. Hemos visto limitados una gran parte de los movimientos a los que estábamos acostumbrados. Por suerte, la globalización tecnológica nos permite seguir conectados, trabajar y comprar desde nuestros hogares.

Pero las sensaciones son extrañas. Ahora tenemos tiempo para reflexionar, sacar conclusiones, detenernos y darnos cuenta de lo mucho o poco que añoramos ciertas dinámicas, de cuáles merecían la pena y cuáles no. 

 

AIPC Pandora, la organización que co-fundé y dirijo desde hace 18 años, se ha visto profundamente afectada por esta pandemia. Durante todos estos años nuestro propósito ha sido sacar a los jóvenes de su zona de confort y llevarlos al otro lado del mundo en proyectos solidarios para descubrir otras culturas para que conozcan, se formen y desarrollen las competencias necesarias para construir un mundo mejor. 

Y en estos momentos, volvemos a reafirmar que nuestra misión está mas vigente que nunca. Una vez más, descubrimos la ausencia de liderazgo global en aquellos que toman las decisiones, descubrimos cómo la protección individual y el territorio son los criterios que motivan la toma de decisiones. Y mis preguntas entonces son: ¿Cómo es posible que nuestros líderes no tengan una visión más amplia? ¿Quizás no viajaron por el mundo cuando fueron jóvenes? ¿Será que nunca han experimentado en primera persona lo minúsculas que son nuestra cultura y nuestra realidad comparadas con el resto del mundo? ¿O será que la globalización ha sido la excusa ideal para desconectarnos de lo más importante, restándonos intuición, visión infinita y solidaridad a la hora de afrontar los problemas?  

Como todo en la vida, no habrá una única respuesta, pero la hipótesis de que nos hemos desconectado de lo local, lo de aquí y lo de allí, cobra fuerza. El desarrollo sostenible, la violencia de género, la pobreza, la producción y el consumo responsables, desgraciadamente, se dan en todos los lugares a una escala u otra y seguramente esta crisis nos está enseñando, que para ser capaces de mirar lejos, también tenemos que ver lo de cerca.

Aquel lema que se erigió en un emblema en el Foro Mundial sobre Migración y Desarrollo (FMMD), “Piensa globalmente, actúa localmente”, cobra ahora más sentido que nunca. Este lema se ha convertido estos días de confinamiento en mi principal fuente de inspiración. De hecho en AIPC Pandora ya estamos diseñando una nueva estrategia para el año 2021. Vamos a seguir formando a los jóvenes en liderazgo global, pero también a nivel local, los retos no tienen fronteras, solo personas que los sufren y personas que les dan soluciones y el aprendizaje de como abordarlos es una cuestión de actitud, acompañamiento y programas de calidad. 

Esta nueva visión nos invita a mirar al mundo en modo GloCal, es decir, a “pensar globalmente, actuando localmente” para que cuando superemos esta crisis sanitaria, cuando volvamos todos a experimentar una «nueva normalidad” hayamos recuperado las competencias que nos permiten mirar cerca, para actuar con visión y capacidad amplias, allá donde se necesite.

 

Ana Eseverri Mayer

Directora de AIPC Pandora

@AIPCPandora aipc-pandora.org| Ana Eseverri Mayer