Llegamos a Castel San Giovanna un poco cansados

Desayunamos con Juan y con Roberto, la persona colaboradora del vice párroco que le ayuda a instalar a los que solicitan cobijo en el «oratorio». Una vez en el camino comprobamos que el paisaje es casi igual pues la única diferencia es que vuelve a haber algunas subidas y bajadas aunque no fuertes. Pasamos Salerno, Fabbrica, Cardazzo y Bardoneggia Inferiore, donde entramos en el restaurante Dogana para pedir algo de comer. La generosa dueña se llama Anda Bogdan y resulta ser rumana. En Castel San Giovanna solo hemos caminado unos 12 o 13 kilómetros, pero cansados de la paliza de ayer decidimos ver al párroco. Es don Lino y no teniendo lugar donde alojarnos nos manda al hotel Songni Sereno diciéndonos que le digamos a los propietarios que él pagará la factura. Estos últimos son un matrimonio de ancianos encantadores, Giovanna y Valentino con los que mantenemos una entrañable y larga conversación. Otro día en el que solucionamos nuestra manutención y «dormitorio» de una forma tan buena como sorprendente. Hasta mañana y que descanséis tan bien como nosotros. Besos.

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