Las 5 leyes fundamentales de la estupidez humana
En 1988 el economista italiano Carlo Cipolla publicó “Allegro ma non troppo”, un ingenioso ensayo en el que formuló una teoría que se conoce como la “Teoría de la Estupidez”. Aquella pequeña pero suculenta obra, se acabó convirtiendo en un manual imprescindible para todos aquellos interesados en profundizar en un tema tan apasionante como desalentador: la estupidez humana. Y de paso, “Allegro ma non troppo” es hoy un divertido manual para combatir la estupidez humana, tanto propia como ajena.
La paradoja de la inteligencia
Aunque parezca contradictorio, la estupidez humana se manifiesta incluso entre personas inteligentes. Muchos individuos que atesoran una formación muy cualificada y un alto cociente intelectual suelen cometer graves errores y toman decisiones equivocadas. ¿A qué se debe esta incongruencia? Según algunos analistas, la causa se encuentra en lo que se conoce como “la paradoja de la inteligencia”. Según esta idea, a medida que nos volvemos más inteligentes en términos de habilidades cognitivas específicas, como son la resolución de problemas matemáticos o la comprensión de teorías complejas, corremos el riesgo a la vez de no detectar nuestras limitaciones y de no reconocer nuestros errores.
Primera Ley de la Estupidez: No subestimes el número de individuos estúpidos que hay en el mundo
La primera ley establecida por Carlo Cipolla alerta sobre el elevado número de estúpidos que nos rodean, sin duda muchos más de los que nos creemos. Esta ley explica por qué personas que consideramos inteligentes y sensatas, en realidad también son personas estúpidas. Políticos, intelectuales, profesores, empresarios, periodistas, escritores, deportistas… Nadie está a salvo de ser un auténtico estúpido.
Segunda Ley de la Estupidez: La probabilidad de que una persona sea estúpida es independiente de cualquier otra característica de esa misma persona
Según Claudio Cipolla, el nivel de estupidez de una persona viene determinado genéticamente, pero no se asocia a ninguna característica como el sexo, la raza, la nacionalidad, la religión o la profesión. Los estudios de Cipolla demostraron, por ejemplo, que la estupidez se manifestaba en proporciones iguales en personas de clase social acomodada y personas de clase trabajadora. Pero el profesor italiano fue más lejos y llegó a investigar el comportamiento de profesores de universidad e incluso de algunos premios Nobel. El resultado no variaba: la proporción de estúpidos era exactamente la misma.
Tercera Ley de la Estupidez: Las personas estúpidas son aquellas que causan un daño a otras personas sin obtener un provecho
Claudio Cipolla clasificó a los seres humanos en cuatro categorías: Desgraciados (D), Inteligentes (I), Bandidos (B) y Estúpidos (E). Los D son aquellos que se causan un perjuicio a sí mismos, beneficiando a los demás; los I son los que se benefician a sí mismos, y benefician al mismo tiempo a los demás; los B son aquellos que obtienen beneficio para sí mismos, pero perjudican a los demás; y los E son aquellos que causan un perjuicio a otras personas, pero a la vez se perjudican a sí mismos. Esta clasificación permitió a Cipolla reconocer a los estúpidos entre el resto de la población.
Cuarta Ley de la Estupidez: Las personas que no son estúpidas subestiman siempre el potencial nocivo de las personas estúpidas
Las personas que no son estúpidas suelen caer constantemente en el error de no reconocer la peligrosidad de las personas estúpidas. Esta falta de previsión está asociada a la falsa creencia de que las personas estúpidas sólo se hacen daño a sí mismas. Las relaciones con personas estúpidas suelen acarrear graves consecuencias y son fuente de innumerables problemas.
Quinta Ley de la Estupidez: Las personas estúpidas son las personas más peligrosas que existen
En resumen, la estupidez humana es un fenómeno tan atractivo como descorazonador. Nadie está a salvo, ni los más inteligentes, ni los más eruditos. Su estudio puede ayudarnos a combatirla tanto en los demás como en nosotros mismos. Aunque las conclusiones de Cipolla indican que la estupidez humana es un fenómeno más poliédrico de lo que parece a primera vista.