La economía de las caricias: no sólo de pan vive el hombre

“La economía de la caricias” es una teoría formulada por el psicoterapeuta estadounidense Claude Steiner (1935-2017), que defiende la idea de que el desarrollo intelectual y emocional del ser humano depende en gran medida de la abundancia o escasez de signos afectivos que recibe a lo largo de su vida, sobre todo en su primera infancia.

La “economía de las caricias” establece que nuestra forma de interpretar el mundo que nos rodea y también la manera que damos sentido a nuestras vidas, no sólo se moldean a base de conceptos filosóficos, sociales o económicos, sino que también se construyen a través de la influencia de las miradas, las palabras, los gestos y los silencios que percibimos desde que nacemos. Según esta teoría la sensación de vivir dentro de un vacío emocional es infinitamente más insoportable que cualquier dolor físico.

Numerosos estudios avalan esta teoría. Por ejemplo, la ausencia de afecto en sus múltiples manifestaciones (caricias, gestos, voces, cuidados, etc.) produce en los recién nacidos un posterior retraso en su desarrollo, hasta el punto de encontrarse casos en los que algunos bebés han llegado incluso a morir a los pocos días de nacer, a pesar de estar suficientemente alimentados y contar con las medidas de higiene adecuadas.

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Según Claude Steiner, el “apetito de caricias es similar al apetito de comida, lo tenemos y no lo podemos evitar. Si no tienes suficientes caricias, te vas a deprimir hasta poder morir de una depresión”.

En una sociedad tan acelerada como la actual, donde las jornadas laborales y los compromisos ocupan la mayor parte de nuestras agendas, la teoría de “la economía de las caricias” nos obliga a reflexionar sobre el papel que ejercen las madres y los padres durante las primeras etapas de la vida de sus bebés. ¿Estamos menospreciando el poder que tiene el cariño para el desarrollo de nuestros hijos? ¿Pasamos suficiente tiempo con ellos como para proporcionarles la huella afectiva que necesitan? ¿Podemos estar dificultando su desarrollo intelectual o emocional?

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Economía de las caricias: la vida es un intercambio de emociones

Leo Buscaglia (1924-1998), escritor estadounidense y orador motivacional, conocido en los años 80 como “Dr. Love” por sus conferencias televisivas, llegó a escribir en su libro “Amor. Ser persona”: “A pesar de que el niño no conoce ni comprende la dinámica sutil del amor, siente desde muy temprana edad una gran necesidad de amar, y la falta de amor puede afectar a su crecimiento y desarrollo e incluso provocarle la muerte”.

Numerosas investigaciones demuestran que la falta de amor es la principal causa de muchas enfermedades psicológicas, como la angustia, la depresión, la neurosis o la psicosis. Pero la falta de amor no sólo la sufre quien no lo recibe, también la padece todo aquel que no lo expresa. Según un estudio realizado por el psicólogo James Gross, en la Universidad de Stanford, no expresar las emociones puede acarrear graves daños psicológicos, generando altos niveles de estrés y ansiedad. Es tan importante amar como ser amado.

Los seres humanos llegamos a preferir el dolor a la nada, escogemos sufrir antes que la indiferencia. Nos cuesta soportar la ausencia de emociones y buscamos la forma de sentir aunque los sentimientos provengan de estímulos negativos. El vacío emocional nos arrastra a una especie de muerte en vida que anula nuestra condición humana; mientras que la presencia de emociones, aunque nos causen dolor en el alma, nos recuerdan que estamos vivos.

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Análisis Transaccional: el origen de la Economía de las Caricias

Las ideas de Claude Steiner estuvieron muy influenciadas por su maestro Eric Berne (1910-1970), padre del Análisis Transaccional, una teoría humanista de las relaciones humanas y la comunicación, que suele aplicarse en crecimiento personal, educación y psicología.

En su libro “Los juegos en que participamos” Eric Berne escribió: “La unidad básica de relación social es la transacción. Si dos personas se encuentran, tarde o temprano una de las dos hablará, dará alguna indicación o mostrará agradecimiento por su presencia. A esta acción Eric Berne la denominó “estímulo de transacción”. Y continúa: “Después la otra persona dirá o hará algo que esté relacionado con ese estímulo, y a esa reacción se la llama respuesta transaccional”.

Eric Berne afirmaba que la comunicación es en gran medida la solución a los problemas emocionales que sufrimos los seres humanos, y centra sus ideas en las relaciones sociales, en las que la transacción es la unidad básica fundamental.

Los modelos de Eric Berne y de Claude Steiner han ido ganando seguidores en los últimos años, llegando incluso a aplicarse en el mundo de las organizaciones empresariales.