Coronavirus: ¿Y después qué?

Estas líneas están escritas en plena cuarentena por el coronavirus. Pocas horas después de que el Gobierno de España haya declarado el Estado de Alarma. Esta situación excepcional, marcada por la incertidumbre y la inseguridad, debería invitarnos a la reflexión y el análisis. La crisis del coronavirus pasará, será un mal recuerdo en unos meses. Por desgracia, se habrá llevado la vida de miles de personas de todo el mundo, quién sabe si centenares de miles. Pero sus efectos económicos, sociales y psicológicos aún son una incógnita. ¿Qué ocurrirá después de este inquietante paréntesis?

 

 

No estamos acostumbrados a parar. El ritmo frenético de nuestra sociedad valora nuestro tiempo en función de su utilidad. Si no estamos haciendo nada, estamos perdiendo el tiempo. Y por extensión, también estamos perdiendo dinero. Por eso estar confinados en casa, no sólo nos parece una situación anómala, incómoda, y desconocida, sino que también nos estigmatiza como seres inútiles, personas inservibles dentro de una sociedad basada en la producción desenfrenada y la actividad 24/7. Sin embargo, el confinamiento puede ser también una oportunidad excelente para reflexionar. ¿Volveremos a ser los mismos cuando haya pasado el coronavirus? ¿Cómo será el mundo después de esta pandemia?

Las pandemias no son un fenómeno nuevo ni reciente

El coronavirus ha puesto en evidencia una vez más las debilidades de nuestra sociedad. Pese a los grandes avances tecnológicos y científicos que hemos experimentado en las últimas décadas, parece que los cimientos de nuestra civilización no son tan sólidos como pensábamos. Todos los retos ya anotados en la agenda mundial – cambio climático, fin de la pobreza, acabar con el hambre, la igualdad de género, la energía no contaminante o el consumo responsable – a partir de ahora van a quedar inseparablemente unidos a un objetivo tan urgente como inesperado: luchar contra la amenaza de las pandemias. Sin embargo no es un objetivo nuevo. De hecho, las epidemias son tan antiguas como la humanidad. En concreto, en la historia reciente de la humanidad han existido otras enfermedades infecciosas que han diezmado a la población mundial. Sin ir más lejos, en 2009 el brote Influenza A (H1N1), más conocido como “gripe porcina”, afectó a una de cada cinco personas en todo el mundo. Sin embargo la tasa de mortalidad sólo alcanzó el 0,02%, y un año después de iniciarse la pandemia se desarrolló una vacuna. El VIH, el virus de inmunodeficiencia humana ha acabado con la vida de más de 32 millones de personas desde 1980. De hecho, la palabra “coronavirus” define a una extensa familia de virus que van desde el resfriado común hasta el SRAS (Síndrome Respiratorio Agudo Severo).

 

 

7 preguntas que nos deberíamos hacer cuando superemos el coronavirus

En todos los casos anteriores se contuvo la epidemia, aunque la gripe se sigue cobrando cada año la vida de entre 250.000 y 500.000 personas en todo el mundo, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Cuando dentro de unas semanas entre todos hayamos podido frenar el coronavirus y vuelva la normalidad a los hogares, las calles y las empresas, habrá llegado el momento de replantearnos ciertos aspectos que afectarán a nuestra forma de trabajar, relacionarnos y divertirnos. ¿En qué habrán cambiado nuestras vidas? En Ideas Imprescindibles nos hemos atrevido a imaginar cómo podrá ser nuestro futuro más inmediato y hemos querido formularnos diez preguntas.

1. ¿Se impondrá el teletrabajo?

Debido a la crisis del coronavirus muchas empresas se han visto obligadas a implantar el teletrabajo a sus procesos y sistemas. Después de la crisis no pocas empresas estudiarán la idoneidad de continuar con el teletrabajo en algunos casos. ¿Reducirán costes? ¿Y afectaría esta transformación a otros sectores, como el inmobiliario? Probablemente a un número significativo de empresas, sobre todo aquellas cuyo modelo no es industrial, les bastará con espacios más reducidos para desarrollar su actividad e incluso las más pequeñas podrían plantearse no disponer de instalaciones.

2. ¿Se acabará el turismo de masas?

El Turismo, la Hostelería o las Líneas Aéreas ya están sufriendo la crisis del coronavirus. Sin embargo, cuando los efectos se diluyan y volvamos a la actividad habitual es posible que muchas personas se lo piensen dos veces antes de volver a viajar. Pisar un aeropuerto internacional, un avión o un hotel se habrá convertido en una experiencia con un cierto riesgo. Es posible que las tarifas suban y las cifras del turismo se resientan. Si disminuyen los vuelos internacionales y se reducen las reservas hoteleras es más que probable que los grandes destinos turísticos como París, Londres o Nueva York vean reducidas sus cifras de turistas. La economía de países como España, Italia o Francia, tan dependientes del sector turístico, podrá resentirse y deberían reinventar su modelo productivo.

3. ¿Se debería revisar el sistema capitalista?

El crecimiento desenfrenado, la sobreexplotación de los recursos naturales, la desigualdad social, el cambio climático, la contaminación, el desempleo, la debilitación del sector público, las crisis financieras, la deslocalización industrial… Todos los caminos conducen a Roma: el sistema capitalista, especialmente en su versión más deshumanizada. ¿Seguirán muchas empresas manteniendo sus fábricas en China o se plantearán traer al menos una parte de su producción a sus países de origen? ¿Será el momento de encontrar nuevas vías para crear un sistema económico que garantice un futuro más sostenible para todos, especialmente para los más vulnerables?

4. ¿Se invertirá más en Sanidad y Ciencia?

La crisis del coronavirus nos está demostrando la necesidad de contar con un sistema sanitario eficaz que pueda cubrir las necesidades de toda la población en casos de emergencia. También nos está alertando de la importancia de la investigación científica a la hora de crear vacunas o prevenir enfermedades. Sin unos recursos económicos adecuados, la Sanidad y la Ciencia siempre serán insuficientes ante cualquier emergencia. Los efectos de esta crisis pueden intensificar el debate sobre la necesidad de una Sanidad Pública gratuita y universal, incluso en países como Estados Unidos. Por otra parte es probable que empiecen a surgir las primeras voces que defiendan la creación de un único sistema sanitario europeo, incluso mundial. En ese contexto, la Organización Mundial de la Salud (OMS) puede adquirir un protagonismo estelar.

 

 

5. ¿Bajará el precio de la vivienda?

Si el turismo de masas se reduce, los fondos de inversión que son propietarios de miles de viviendas destinadas en la actualidad a alojamiento turístico es posible que se planteen desinvertir y decidan situar su dinero en otros activos. Si eso sucediera se colocarían en el mercado un alto número de viviendas en el centro de grandes ciudades como Madrid o Barcelona. Una de las consecuencias lógicas podría ser el abaratamiento de los alquileres y la bajada de los precios de las viviendas en propiedad.

6. ¿Debemos primar lo colectivo sobre lo individual?

A diferencia de las culturas orientales, la cultura occidental se basa en el individualismo. No es casualidad que China, Japón y Corea del Sur hayan combatido el coronavirus con tanta eficacia. Los tres países son un modelo en la prevención de riesgos en catástrofes naturales y cuentan con políticas, infraestructuras y recursos específicos que son una referencia mundial. La influencia del pensamiento de Buda y Confucio está detrás de esa disciplina y esa capacidad organizativa que tanto nos asombra. Quizás haya llegado el momento de aprender de ellos y anteponer el bienestar colectivo al individual. Si el orden se invierte es posible que se sucedan múltiples derivadas y empiecen a cuestionarse algunos pilares esenciales de nuestra actual sociedad como la globalización, el pensamiento neoliberal o el antropocentrismo.

 

 

7. ¿Crecerá nuestro nivel de conciencia?

Paradójicamente no poder acercarnos nos está uniendo un poco más a los nuestros. Permanecer en casa, reduciendo las salidas a lo indispensable, nos está permitiendo pasar más tiempo con nuestros hijos, con nuestra familia, con nuestra pareja. También muchos están aprovechando para leer, reflexionar, meditar. Una situación excepcional como la que estamos viviendo probablemente despierte lo mejor y lo peor de nosotros mismos. Quizás debiéramos aprovechar este tiempo para detenernos y mirar hacia dentro. ¿Cómo podríamos salir más fortalecidos de esta situación? ¿Qué deberíamos hacer para mejorar nuestras vidas? ¿Regresaremos a lo esencial? ¿La sensación de vulnerabilidad nos conectará con nuestra dimensión espiritual?