Dejamos atrás Tavarnelle

Desayunamos los restos que quedan de lo que nos dio ayer don Maximiliano (junto a algunos otros recibidos anteriormente) y salimos temprano al camino. Otro buen día. Los paisajes verdes, varios riachuelos y un par de castillos sobre los montes cercanos donde distraer nuestra mirada en la jornada. Nada más salir emprendemos una larga bajada que nos lleva hasta Calzaiolo. Luego vemos la iglesia de San Colombano y dejamos atrás Tavarnelle. La estrecha carretera está momentáneamente cortada porque una furgoneta ha tenido un accidente y ha llegado una ambulancia. Como nosotros si podemos, seguros de que la cosa no debe ser grave seguimos nuestro camino. Dejamos también atrás Barberino y, viendo algunas haciendas agrícolas en la distancia y continuos campos de viñedo (es la tierra del chianti) pasamos San Martino e iniciamos otro largo y pesado descenso que nos deja en Poggibonsi. Muy cansados por los 25 kms recorridos.
Vemos una espadaña y vamos allí para solucionar donde pasar la noche. Pero el cura no está, nos acercamos a un restaurante para pedir algo de comer y hacer tiempo. Nos dan dos «panini» que, unidos a una hogaza de pan y 300 gramos de mortadela que sacamos en dos locales contiguos, serán nuestra comida de hoy. La joven de la mortadela es de Badajoz, muy simpática, se llama Elena, lleva cinco años en Italia y es una de las dueñas del local. (Lo suponemos por el letrero de la fachada).
No conseguimos alojamiento gratuito en ningún sitio y acabamos en una habitación del hotel Alcide, por 45 €, desayunos incluidos.

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