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Cyd Charisse, la última musa de la etapa dorada del musical

Es una de las estrellas indiscutibles del musical americano. Sus piernas son tan míticas como las de Marlene Dietrich y su espléndida belleza morena recordaba a la de la irrepetible Ava Gardner. Llegó a la Metro en un momento en que el estudio contaba con el mayor número de talentos y jóvenes promesas de su historia y no supieron muy bien qué hacer con ella durante años. De no ser por Gene Kelly, que la eligió como pareja en el número “Broadway Melody” de “Cantando bajo la lluvia” (1952), es posible que nunca hubiese adquirido estatus estelar. Pero con una sola escena de aproximadamente siete minutos en este filme cautivó al público y la industria, haciendo que la pizpireta Debbie Reynolds, protagonista de la cinta, pasase a un segundo término. El erotismo irresistible y sofisticado de su baile con Kelly ha quedado como una de las referencias inevitables a la hora de abordar el musical cinematográfico… A partir de ese momento su carrera fue imparable participando en los últimos títulos importantes de la época dorada del género.

Aunque contribuyó a la evolución del cine musical desde un estilo decididamente moderno, su formación como bailarina se forjó en la danza clásica, llegando a formar parte del Ballet Ruso, lo que la permitió ser extraordinariamente dúctil. De esta guisa apareció flotando etérea de puntillas entre nubes de espuma en uno de los mejores números de “Ziegfeld Follies” (1944), una magnífica “stravaganzza” dirigida por Minnelli dedicada al célebre productor de revistas americano con la participación de las mayores estrellas musicales de la productora.

Por algún motivo la Metro vio en ella el prototipo racial de belleza latina, convirtiéndola en mexicana teñida de chocolate en una serie de títulos que servían a la política de buena vecindad con la cercana Sudamérica. Dado que la guerra mundial había cerrado el mercado europeo, Hollywood entero volvió los ojos hacia los países latinos como principal vía de explotación comercial, iniciando un ciclo de películas con historias desarrolladas en aquel Continente, llenas de falsos tópicos deformados al gusto americano. En aquellos espectáculos arrevistados se la vió junto a un juvenil galán mexicano, Ricardo Montalban, en títulos como “Fiesta brava”(1945) “En una isla contigo”(1948), concebidos a la mayor gloria de “la sirena” por excelencia, Esther Williams, así como en otros títulos de similar calado como “Sombrero”(1953)“Me besó un bandido” (1948) y “El signo del renegado” (1948).

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Cantando bajo la lluvia (1950)

En un momento en el que su carrera se encontraba en un punto a la deriva llegó el milagro de “Cantando bajo la lluvia”… El impacto causado por su intervención en el filme la ayudo a formar parte de la escudería del célebre productor Arthur Freed, impulsor del musical marca Metro y responsable de los títulos más importantes de su historia. En este magnífico equipo Cyd encontró una oportunidad única donde hacer valer su formidable talento. Durante los siguientes años se cimbreó en los brazos de Gene Kelly clásica y romántica en “Brigadoon” (1954) y rabiosamente moderna en la crepuscular “Siempre hace buen tiempo” (1955) y junto al gran Fred Astaire participó en dos espectáculos inmortales “Melodías de Broadway” (1953) y “La bella de Moscú” (1957), remake en clave musical de la célebre “Ninotchka” interpretada por Garbo en 1939, haciéndonos olvidar a “La Divina” con su formidable talento para el baile.

Fuera del musical estuvo maravillosa sirviendo a los propósitos del cine negro en “Chicago años 30” (1958), junto a un maduro Robert Taylor y participando del universo dramático de Minnelli en “Dos semanas en otra ciudad” (1962), excelente filme sobre el mundo del cine en la línea de “Cautivos del mal”, donde era la arpía ex mujer del director interpretado por Kirk Douglas, dispuesta a incordiar la vida de cuantos la rodean con sus malas artes. Este título constituyó su última aparición importante. Hubo un proyecto interesante pero fallido, “Something´s got to give” (1962), la última película de Marilyn Monroe que quedó incompleta al fallecer la estrella de manera imprevista, pero tras la muerte de Marilyn tanto Cyd como Dean Martin abandonaron el proyecto. cine-cyd-charisse-3

Después protagonizar una serie películas intrascendentes, abandonó su carrera segura de que una figura como la suya no tenía cabida en el panorama cinematográfico que se avecinaba, donde la inocente magia de los musicales que interpretó había desaparecido para siempre.

En adelante se dedicó por entero a su familia. Era esposa del cantante Tony Martín con el que compartió uno de los matrimonios más longevos de Hollywod, vivieron juntos durante 60 años hasta el fallecimiento de la actriz, acaecido en el año 2008 a consecuencia de un ataque cardíaco.

Su importancia en el cine musical es incuestionable y su aportación al desarrollo del género imprescindible. Es una de las últimas grandes estrellas de la época dorada, que escribieron con su baile páginas eternas, creando un lenguaje visual irrepetible con el que contar una historia con su danza, interpretando el sentimiento al compás de la música.

 

Daniel Portero Flores • Mediapost Group • Responsable Nacional de Back Office
Publicado en el nº15 de la revista Ideas Imprescindibles

 
 
* fotografía principal: Cyd Charisse (1943) Wikipedia