Cooperación: la revolución de los débiles

En un mundo tan competitivo como el actual, la cooperación parece haber quedado relegada a un segundo plano. Los medios de comunicación emiten cada día noticias que muestran el lado más oscuro y egoísta del ser humano. Incluso desde las más altas esferas del poder, incluyendo el ámbito educativo y cultural – se justifican y alientan conductas dirigidas a obtener mayores beneficios de “los unos” en perjuicio de “los otros”. El darwinismo social, que premia a los más fuertes frente a los más débiles, parece haberse instalado como cimiento ideológico de las sociedades y grupos. Sin embargo, la historia de la humanidad está llena de ejemplos que contradicen esta teoría.

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Cuando a finales del siglo XVIII el rey de Francia Luis XVI se pavoneaba en el Palacio de Versalles alardeando de su inmenso poder, no se imaginaba que pocos meses después iba a ser ejecutado en la guillotina por una multitud hambrienta y enfervorizada. Dos siglos después, cuando el dictador rumano Nicolae Ceacescu, que había amasado por entonces una de las fortunas más grandes de Europa a costa de empobrecer a su pueblo, se asomó al balcón de la plaza de Bucarest a pronunciar uno de sus discursos, tampoco podía adivinar que aquellas decenas de miles de personas que estaban frente a él, iban a interrumpirle al grito de “el pueblo somos nosotros” y mucho menos que sólo cuatro días después iba a ser fusilado.

Por suerte no todos los ejemplos son tan dramáticos y violentos. Un estudio dirigido por el científico español Jacobo Aguirre, investigador del Centro Nacional de Biotecnología del CSIC (CNB-CSIC), y publicado en la revista Nature Communications intenta demostrar que las estrategias basadas en la cooperación entre comunidades más débiles conducen a un resultado más beneficioso a efectos globales que la sumisión a la comunidad dominante. Su estudio se centra en tres casos reales: la concesión de microcréditos en el sur de la India, la investigación contra el Ébola y la conservación del oso pardo en los Pirineos. En los tres casos se demostró que las redes más débiles ganaban más si se conectaban entre ellas que si se sometían a una red más fuerte. Aquí reside el poder de los más débiles, tienen en sus manos el destino del conjunto.

En el caso concreto de los microcréditos en la India se tomó como base la red de interacciones económicas existentes entre los habitantes de tres pueblos del sur del país que querían integrarse en un programa de microcréditos. En dicha red no existían interconexiones previas y ese aislamiento les hacía más vulnerables a los riesgos financieros provocados por los efectos de una meteorología adversa o de las plagas. A la hora de establecer estrategias para obtener financiación, a estos tres pueblos se les presentaban siempre dos opciones: la sumisión a una red más fuerte, en este caso una gran entidad bancaria nacional o internacional, o la cooperación con las redes más débiles, es decir, las comunidades vecinas. ¿Cuál de las dos sería la alianza más beneficiosa? La primera implica una estrategia de “sumisión al más fuerte” y la segunda, una estrategia de “cooperación entre débiles”. Según este estudio la solución no pasa por un dilema ético o moral, sino que se encuentra en las matemáticas, concretamente, en una teoría llamada “equilibrio de Nash”, que fue formulada por el matemático y Nobel de Economía John Forbes Nash, famoso por inspirar la película “Una mente brillante”. Según esta teoría “ante una gran variedad de posibilidades siempre aparecen dos soluciones que son estables y aceptadas por todos los competidores”.

En términos económicos, se trata de un equilibrio de competencia imperfecta que describe una situación en la que varias empresas que compiten en un mismo mercado pueden elegir cuánto producir para maximizar su beneficio. Lo llamativo de los casos estudiados es que todos demostraron que cuando los débiles cooperaban entre sí el resultado siempre era más estable que cuando se sometían al más fuerte y además forzaban a todos, incluyendo al más fuerte, a cooperar. Y no sólo eso. Además las soluciones basadas en la cooperación siempre eran más productivas para el conjunto, incluso hasta para el competidor más fuerte. La razón estriba en que se suelen obtener mayores beneficios cuando un mercado inicialmente pequeño crece con suficiente rapidez. Basta tener un poco de paciencia. ¿No es mejor comerse un 10% de un pastel muy grande que un 90% de un pastel muy pequeño? Las matemáticas, y no la ética o la política, parecen querer demostrarnos que la cooperación es más productiva para el conjunto de la sociedad que la competencia.