Conocernos de nuevo
La capacidad del ser humano para darle espacio y contenido a la cultura fue posible, cuando, a través de la evolución, resultó favorable la vida en grupo para garantizar la supervivencia. Fue entonces cuando nuestro neocórtex se desarrolló hasta el punto de que actualmente el cerebro humano constituye el 2% de la masa corporal consumiendo el 20% de las calorías que ingiere una persona media (Baumister 2005).
No somos la única especie con capacidad para la cultura, pero lo que nos diferencia son habilidades cognitivas únicas como el lenguaje verbal, la innovación continúa a partir de descubrimientos pudiendo acumularlos y transmitirlos y, de manera muy sobresaliente, nuestra capacidad para institucionalizar la vida social compleja. Las personas conseguimos relacionarnos con otras a través de habilidades y motivos sociales que van desarrollándose por interacción, por aprendizaje y por experiencia. El contacto físico de los seres humanos entre sí aporta numerosa información esencial para adquirir estas habilidades que refuerzan nuestra autoestima a través de la generación de diferentes autoconceptos en función de los roles, actividades y relaciones sociales en los que estemos involucrados.
Numerosos estudios, como los llevados a cabo por Fiske, demuestran que las personas más longevas son las que poseen más vínculos sociales (están casados o viven en pareja, mantienen relación con la familia más extensa, pertenecen a una comunidad, comparten aficiones…). Además, esta relación de longevidad con los vínculos sociales, es más fuerte que la que existe con otros factores potencialmente explicativos como la salud física, la alimentación, la edad, el sexo….. Una de las principales conclusiones de este estudio demuestra que el aislamiento social provoca emociones negativas que dañan el sistema inmunitario y afectan a la supervivencia.
En estos tristes tiempos de pandemia, donde la realidad del Coronavirus ha causado la muerte a miles de personas, y aislamiento social involuntario de millones de seres humanos, existe un daño invisible, un daño psicológico y social que afecta profundamente a nuestra motivación, nuestra autoestima, nuestra vida en grupo (familia, sociedad, empresa….) y que tenemos la oportunidad y la necesidad, como seres sociales, de restituir con empatía, cariño, respeto y tiempo. Gracias a la favorable evolución del efecto de las vacunas, el esfuerzo incansable de todo el personal sanitario y de la responsabilidad individual y colectiva, estamos más cerca de conseguir vernos, tocarnos, de restablecer nuestros vínculos, de poder… #conocernosdenuevo
Ana Góngora
Responsable Global Mediapost