La soledad se está convirtiendo en una terrible plaga que azota la sociedad contemporánea. En España casi dos millones de ancianos viven solos, y numerosos estudios demuestran que los ancianos que viven solos presentan una peor salud y una mayor insatisfacción vital.
Sin embargo la soledad no sólo afecta a los ancianos, cada vez son más las personas de otras edades, incluso muy jóvenes, que padecen los efectos de esta epidemia contemporánea. Las jornadas laborales interminables, las enormes distancias y los múltiples compromisos nos aíslan de nuestros semejantes y dificultan las relaciones interpersonales. En las grandes ciudades muchos de nosotros no conocemos ni siquiera a nuestros vecinos. En plena era de la hiperconexión digital las personas con las que vivimos puerta con puerta suelen ser unos completos desconocidos. Cada vez son más frecuentes las noticias de ancianos que aparecen muertos en sus viviendas, completamente solos, días o incluso semanas después de su fallecimiento, presas del manto oscuro de la soledad y de la indiferencia de una sociedad cada vez más deshumanizada e insensible.
Casi un 20% de los españoles afirma sentirse solos
Sentirse solo es una sensación angustiosa. Todos necesitamos compartir nuestro tiempo con alguien, ser escuchados y sentir que importamos a alguien. En España se calcula que más de 4 millones y medio de personas se sienten solas de manera habitual, es decir, un 8% de la población total. Según datos del Ayuntamiento de Madrid, un 19,5% de los españoles viven solos, y de ellos el 40,5% afirman que lo hacen de forma no deseada. Casi el 10% de los españoles declaran que experimentan la sensación de soledad con mucha frecuencia. El riesgo de sentirse solos es a menudo mayor entre las mujeres, en las personas mayores de 65 años, en las personas de nacionalidad extranjera, en las personas que viven solas y en las personas que no tienen pareja, viudas o separadas. Son datos que sin duda nos deben preocupar y que nos alertan de la envergadura del problema que supone la soledad para millones de personas de todo el mundo, especialmente en las grandes ciudades.
Las grandes ciudades, un espacio de soledad para millones de personas
De los 7.000 millones de personas que habitamos el planeta, 450 millones viven en tan solo 28 ciudades, es decir, el 6,4% de la población mundial vive en estas megaurbes. Pero se calcula que para el año 2050 el porcentaje de la población que habitará en las grandes ciudades alcanzará el 66%. Entre esas megaurbes figuran entre otras, Tokio, Guangzhou, Shangai, Yakarta, México D.F., Delhi, Seúl, Karachi, Manila, Londres, Bombay, París, Lagos o Sao Paulo. Estas megaurbes superan en su mayoría los 20 millones de habitantes y en sus calles es prácticamente imposible encontrarse con un amigo, un familiar o un conocido. Pese a estar rodeados de miles de personas, y en plena era de Internet, muchos de sus habitantes suelen vivir aislados, inmersos en sus pensamientos, incomunicados, refugiados en sus móviles, sin relacionarse con otras personas durante días.
En Reino Unido, en 2016 la Comisión Jo Cox, que debe su nombre a una política laborista que fue asesinada por un ciudadano británico de 52 años perteneciente al grupo neo-nazi National Alliance que gritó “Britain First” mientras la mataba, publicó un Informe sobre la Soledad que alcanzó repercusión mundial. El llamado Informe Jo Cox reveló que la soledad está asociada a la depresión, la ansiedad y la demencia y a ciertas enfermedades cardiovasculares. Según el Informe, la soledad puede “tener las mismas consecuencias para la salud que fumar 15 cigarrillos al día”. Otro dato devastador concluye que en Reino Unido más de 200.000 personas mayores no suelen hablar con nadie durante períodos que superan un mes. A raíz de sus conclusiones, en enero de 2018 la primera ministra Theresa May anunció la creación de un organismo público que se dedicara a atajar el problema de la soledad – el llamado Ministerio de la Soledad -, un problema que afecta ya a más de 9 millones de personas en Reino Unido. Al frente de este organismo Theresa May situó a la joven política conservadora Tracey Crouch.
La soledad en las grandes ciudades, un problema que deben afrontar tanto instituciones públicas como privadas
El pasado diciembre, el Congreso de los Diputados de nuestro país aprobó una proposición de ley con el objetivo de concienciar a la sociedad sobre el impacto de la soledad crónica. Se trata de una mera declaración de intenciones, de un primer paso en un largo camino, pero algo es algo. Sin duda la soledad es un fenómeno complejo, que debe analizarse desde múltiples ángulos, pero en ningún caso la sociedad debe permanecer de brazos cruzados ante esta epidemia social. La soledad nos afecta a todos y todos debemos combatirla: organismos públicos, empresas, partidos políticos, ongs, sindicatos, asociaciones profesionales, ciudadanos, etc. Sin una estrategia coordinada será imposible acometer todas las acciones que son necesarias para acabar con esta lacra social. Los perfiles de las personas que afirman sentirse solas son muy variados. El aumento de los hogares unipersonales, el descenso de la natalidad, el desempleo, los nuevos modelos familiares, o la tendencia a mantener relaciones menos vinculantes está configurando una nueva sociedad donde la soledad ha encontrado un excelente caldo de cultivo y donde puede manifestarse a través de rostros inesperados. La sensación de soledad no entiende de sexo, edad o clase social, incluso hay casos de niños o adolescentes que padecen soledad crónica y severa, aunque el colectivo más castigado por esta epidemia social son los ancianos, que en muchos casos viven solos sus últimos años y mueren solos.