Miguel se acostó con un fuerte dolor en la rodilla

Anoche Miguel se acostó con un fuerte dolor en la rodilla, que además estaba inflamada. Algo había mejorado esta mañana al levantarnos pero temíamos que empeorase y que tuviéramos complicaciones más serias. Al decirnos que la larga etapa dispuesta para hoy (teniendo en cuenta la necesidad de llegar el día uno de abril a Florencia) era muy montañosa y dura, hemos decidido hacerla en autobús.
Antes de salir hemos hecho más fotografias del centro de Bolonia. Mañana veremos como está Miguel, de momento está algo mejor.
Continuación:
La decisión ha sido buena. La etapa era realmente dura, con subidas largas muy fuertes, como hemos podido comprobar desde el autobús, y la carretera, sin ningún arcén, muy peligrosa pues era de constantes curvas, muy cerradas y sin visibilidad. Mañana veremos lo que hacemos pues es muy parecida. Mandamos algunas fotos para recuperar el ánimo, que anda un poco bajo por la situación.

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Caminamos 20 kilómetros para llegar a Bologna

La noche ha sido muy mala para mi. No he dormido prácticamente nada, he pasado mucho frío y me he levantado con la garganta mal y tosiendo. Realmente dormir en el suelo y sin ninguna calefacción no es lo mio (Miguel). Afortunadamente, cuando llevo unos 8 kilómetros los síntomas desaparecen y vuelvo a estar en perfectas condiciones. Tras la larga etapa de ayer vamos a hacer una corta (de 14 kilómetros que luego se convertirán en unos 20) para llegar a Bologna. A las 8 ya estamos caminando, en un día espléndido pero fresco, que a partir de las 12 se convertirá en muy caluroso. Las dos primeras horas no dejamos de ver instalaciones fabriles y comerciales, a izquierda y derecha, verdaderamente grandes, mientras andamos por un cómodo andadero para quienes corren, andan o montan en bicicleta. Llegando a Lavino M. di Ponte desaparece el andadero y las fábricas y luego vemos una iglesia (del Spirito Sancto). A unos 10.000 metros de Bologna pasamos junto al hotel Bologna Airport (el aeropuerto está a nuestra izquierda) adornado con varias banderas entre las que destaca la española junto a la francesa y la inglesa (cosa rara porque aquí pasan bastante de nosotros) colocadas sobre la entrada principal. Bolonia debe ser muy grande pues nos cansamos de andar después de haber entrado en ella. Al ver un hotel, el Ellite Suite, (cuatro estrellas) pedimos un lugar para pasar la noche y nos dicen que vayamos a dormir a un parque. Ya cerca del centro pasamos junto a la iglesia de Nuestra Sra. de la Grazzia y decidimos entrar para hablar con el párroco. Se trata de don Mario y nos da 8 € para que compremos unos “panini” y la dirección de La Casa de don Orione, donde según dice debemos hablar con el diácono Candia que nos dará un “posto” donde pasar la noche y probablemente también de comer. Agradecidos llegamos hasta allí, pero un hombre gigantesco (vestido de cocinero) nos dice que la oficina no la abren hasta las tres y que allí no come nadie sin pagar. Salimos y al pasar por el restaurante Fraise solicitamos que nos den algo y nos obsequian cuatro “panini” de queso fresco y jamón de york que nos comemos en un bar de chinos, sentados a una mesa, junto con una cerveza, dos “cafés maggiatos” y dos “brioches”, todo ello por 7€.
A las tres volveremos a don Orione. Suspense.

En la Casa de don Orione nos recibe Giovani, que al momento nos adjudica una magnífica “camera” con todos los servicios y nos da detergente para que podamos lavar la mucha ropa sucia que hemos acumulado. Además nos dice que a las 7,30 bajemos a cenar al comedor. Tras lavar y colgar la ropa en un tendedero del patio nos vamos al centro de la ciudad para ver los dos “duomos” y otras cosas interesantes. Al regreso entramos en el comedor y el cocinero gigantesco que nos largó por la mañana (sin duda arrepentido de su contestación) nos prepara una cena especial en la que comemos de todo y muy bien preparado. Nos hacemos grandes amigos como se podrá ver en las filmaciones que hace Kiko para el documental del viaje.

Buenas noches.

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Hoy enfrentamos una etapa larga (entre 27 y 30 kilómetros)

El Sacristán de la catedral de Modena era de origen indio, se llamaba Lasanta y fue quien verdaderamente hizo que pasáramos la noche en el ostello. Hoy enfrentamos otra etapa larga de entre 27 y 30 kilómetros. En nuestro intento de llegar a tiempo a Florencia. Salimos muy temprano, llueve y el día será totalmente aburrido, sin ver nada importante que ralentice nuestro caminar. Tan solo algunos polígononos industriales cerca de Castelfranco Emilia y de Anzola dell’Emilia pueblo donde hoy descansamos. Al entrar en él, don Stefano, párroco de la iglesia de San Pedro y San Pablo, nos aloja en una habitación muy grande de las que tiene para inmigrantes y gente necesitada, ofreciéndole a Miguel un colchón inflable de esos para la playa para que no duerma directamente en el suelo. Además nos dice que a las siete bajemos al comedor para cenar.

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Llegando a Módena

Resumen 23 marzo:
Salimos del albergue para llegar a Fiorenzuela, una etapa corta pues estamos cansados por las caminatas de los últimos días. La mañana es algo fría y el cielo esta nublado. Al poco cruzamos el puente que salva el torrente del Nure y en Pontenure paramos la marcha para fotografiar la iglesia y un monumento junto a ella. En Cadeo volvemos a parar para ver la iglesia y el Ayuntamiento y algo más adelante, en Roveleto, entramos en el santuario de la beata Virgene del Carmelo, gracias a la suore africana Irene que lo abre para que lo veamos. Tras mantener una emocionante conversación con ella, tras negarnos algo de comida en varios establecimientos, Fabio, el dueño del restaurante Dai Foresti, nos da dos paninis y sendos trozos de tarta con lo que solucionamos el “pranzo” de hoy. Luego acometemos los últimos kilómetros de la jornada y viendo más fabricas en funcionamiento y también abandonadas, llegamos a Fiorenzuela. Allí nos acogen en el albergue de la vía Francigena y su responsable, Giuliana, nos da un paquete de comida para la cena que también valdrá para el desayuno.

Resumen 24 marzo:
Hoy etapa corta, de unos 14 kilómetros hasta llegar Fidenza. Día otra vez primaveral, incluso caluroso para andar, y paisaje muy similar al de los anteriores salvo porque la extensión de los campos cultivados de cereal o alfalfa son ahora mucho más grandes. Seguimos como siempre la Vía Emilia coincidente unas veces con la S9 y otras con la S10, aunque a veces tomamos caminos o senderos apartados de la carretera. La carretera apenas tiene arcén y como el tráfico es muy intenso resulta a veces peligrosa, debiendo caminar atentos y con cuidado. Dejamos atrás Aleno y unos kilómetro más adelante hacemos un largo descanso que incluye estiramientos, oxigenación de los pies y refrescamiento de los mismos andando descalzos sobre la verde y húmeda hierba. Unos 3 kilómetros antes de Fidenza entramos en el restaurante L Sosta para pedir algo de comer y Sabrina nos dice que nos sentemos junto a una mesa, nos da la carta y comemos tres platos regados con vino del país. Tras la comida filmamos el local y le prometemos que mandaremos a Madrid una reseña para que salga en la pag. web. En Fidenza nadie nos da cobijo y nos instalamos en el albergo S. Donnino por 45€.

Resumen 25 marzo:
Ayer cenamos solo un poco de fruta y unos rábanos, lo mejor para descansar de tanta harina en una u otra forma. Hoy hemos salido con idea de hacer una etapa corta hasta Parma y estar descansados los próximos días para intentar algunas largas que nos lleven hasta Florencia antes del dos de abril y que Kiko se quede allí mientras yo tomo un avión a Madrid y asisto a la boda de una queridisima  sobrina (como se ve está hablando Miguel). Día nublado y con parecido y monótono paisaje, llano, sin subidas o bajadas. Cruzamos un largo puente sobre un río y, tras una entrada que se hace larga y tediosa llegamos a Parma. En Cáritas nos dan albergue en el seminario y también dos vales para que podamos entrar en el “comedor del padre Lino”. Allí, con más de cien extracomunitarios y otros necesitados comemos muy bien y luego vamos a ver las iglesias de Parma, los mejores monumentos de la ciudad. A las siete estamos de vuelta en el seminario y, después de ésta pequeña crónica, nos acostamos sin cenar.

Resumen 26 marzo:
Como queremos hacer una etapa larga (Parma-Reggio Emilia), de unos 28 kilómetros, salimos muy temprano. El cielo está despejado y la temperatura es de 6 grados. El paisaje es similar pero las cascinas, casi todas viejas, tienen terrenos más pequeños que los últimos días. Los cultivos siguen siendo de cereales y alfalfa y la carretera junto a la que transitamos la SS9. Pasamos por Sant’Ilario d’Enza, Calerno, Gaida y Cadé, y en Cella, cuando se lo pedimos, Vincenzo, dueño del restaurante Cupido, nos sirve una tremenda comida de cuatro platos. Al levantarnos de la mesa y agradecerle su generosidad, nos señala un cuadro de Jesús diciendo que todo nos lo ha dado Él. en Reggio Emilia entramos en la iglesia de San Miguel Arcángel, que tiene su escultura en el centro fe la fachada y las de Gabriel y Rafael a ambos lados. Pedimos un lugar para domir y don Gianni le dice a Ezio que nos lleve al albergo y trattoria Haiti, de un feligres de su parroquia de nombre Angelo Giancipoli, donde nos atiende Ricardo y nos aloja en la habitación número 7.

Resumen 27 marzo:
Anoche participamos en una celebración de la Pascua, con procesión incluida, que dirigió don Gianni, el párroco que nos proporcionó el hotel.
Salimos muy temprano hacia Modena, nuestro fin de etapa de hoy. Día nublado hasta las diez de la mañana, luego luce el sol. El recorrido igual a los últimos, cascinas y cultivos en un terreno siempre llano. Al dejar Rubiera vemos unos silos de cemento muy grandes, posiblemente de una industria alimentaria. Luego pasamos un largo puente sobre el río Secchia y advertimos que los árboles cada vez están más reverdecidos y con más brotes. Dejamos a un lado Marzaglia y en Cittanova nos “instalamos” bajo la pérgola de una parada de autobús y damos descanso a los pies descalzandonos para oxigenarlos. Llegando a Módena, como todo está cerrado, entramos en un pequeño restaurante de esos que venden kebab y otras comidas tipo turco y pedimos algo para comer. El dueño se llama Oscar, es italiano y la ayudan Murat, (turco) y Aziz? (Iraní), y al momento nos preparan dos grandes platos con trozos de pizzas turcas e italianas junto a dos cervezas y unos pasteles de baklava. Mantenemos con ellos una larga conversación en la que se muestran muy conformes con nuestra caminata que dicen ser una forma de entender el mundo mucho más coherente que la alienante vida que todos normalmente seguimos. Vamos a pedir un lugar donde pasar la noche y el párroco del “duomo” lamenta no poder hacer nada pero nos da la dirección de un “ostello” el S.Filippo Neri donde se puede ir pagando poco dinero. Cuando llegamos allí la directora, Julia, nos acoge sin pagar nada. Una joven con un gran corazón. Estamos rendidos porque habremos hecho unos 30 kilómetros. A la ducha… y ya veremos si salimos a comer algo.

Besos para todos.

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Dormimos en un albergue para peregrinos de San Lázaro

Dejamos el hostal Sogni Sereni y salimos a la calle. Ésta está desdibujada por una espesa niebla que no levantará hasta haber caminado varios kilómetros. Hace frío y debemos ponernos unas ropas de abrigo que no habíamos previsto después de los primaverales días anteriores. Cerca de Sarmato fotografiamos una solitaria ermita junto a la carretera. En Rotofreno nos llama la atención la iglesia de San Miguel Arcángel y Kiko filma en ella un amplio reportaje con su cámara. Luego, al entrar en San Nicolo. Como es la hora de hacerlo, pedimos en el restaurante Feeling algo para comer y el dueño, Cristian, nos indica una mesa y nos pone comilona. ¡Brava Italia! Otra vez en el camino aumentan las instalaciones fabriles, algunas de ellas con aspecto de haberse abandonado y así entramos en Piacenza y vamos a la catedral con esa idea ya rutinaria de encontrar donde dormir con la ayuda de la iglesia. Hablo con un sacristán que no me hace caso, pero un señor que ha oído la corta conversación que con él he mantenido se dirige a mi. Es Antonio, de unos 60 años, que ha hecho el camino de Santiago y se ofrece a ayudarnos. Gracias a él esta noche dormiremos cómodamente en el albergue para peregrinos de San Lázaro, situado en el barrio de Montale de Piacenza.

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Llegamos a Castel San Giovanna un poco cansados

Desayunamos con Juan y con Roberto, la persona colaboradora del vice párroco que le ayuda a instalar a los que solicitan cobijo en el “oratorio”. Una vez en el camino comprobamos que el paisaje es casi igual pues la única diferencia es que vuelve a haber algunas subidas y bajadas aunque no fuertes. Pasamos Salerno, Fabbrica, Cardazzo y Bardoneggia Inferiore, donde entramos en el restaurante Dogana para pedir algo de comer. La generosa dueña se llama Anda Bogdan y resulta ser rumana. En Castel San Giovanna solo hemos caminado unos 12 o 13 kilómetros, pero cansados de la paliza de ayer decidimos ver al párroco. Es don Lino y no teniendo lugar donde alojarnos nos manda al hotel Songni Sereno diciéndonos que le digamos a los propietarios que él pagará la factura. Estos últimos son un matrimonio de ancianos encantadores, Giovanna y Valentino con los que mantenemos una entrañable y larga conversación. Otro día en el que solucionamos nuestra manutención y “dormitorio” de una forma tan buena como sorprendente. Hasta mañana y que descanséis tan bien como nosotros. Besos.

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Nos cruzamos con la carrera ciclista Milán – San Remo

Día 17 marzo:
Desayunamos lo mucho que aún queda de lo donado por María y salimos de Quatordio. El día es espléndido y el paisaje cada vez mas monótono: verdes llanuras a ambos lados del camino y alguna “cascina” (granja) de vez en cuando. En Solero, al oírnos hablar español se acerca un joven uruguayo que hace una obra en una casa a la entrada del pueblo. Tras hablar con él seguimos hasta la plaza donde nos paramos para hacer estiramientos. Al poco aparece el uruguayo con su coche para decir que la dueña de la casa nos invita a comer un plato de pasta. Aceptamos, y quedamos en deshacer el camino para citarnos 20 minutos después en la casa. Alli, Sebastián nos presenta a Anabella, argentina, que ya está preparando la comida. Después de comer, de nuevo en el camino, nos para  Claudio, que ha ido a Santiago, y luego nos alcanza su hijo Christiano para darnos dos grandes manzanas y una botella de zumo de zanahoria y naranja. Cuando nos quedan dos kilómetros para llegar a Alessandria recibimos la llamada de Mirta (la madre de Sebastián) que va a venir. a por nosotros para invitarnos a merendar en un Mac cercano. Total que por la noche cenamos con Mirta, Sebastián y Santiago (otro hijo de Mirta) que hacen todo cuanto pueden por nosotros. ¡Ah! y dormimos en el ostello de María di Castello, sin pagar la correspondiente minuta por ser peregrinos.

Día 18 marzo:
Ayer, en el otello había unos hombres de raza negra que dormían en la habitación de ocho literas en que estábamos y no pudimos mandar el resumen del día, ni fotos, ni nada, pero hace unos momentos lo hemos enviado. Hoy empezamos pronto a caminar hacia Tortona en un día idéntico al de ayer en cuanto a paisaje y clima, pero se ven bastantes industrias, algunas de importancia. En San Giuliano Vechio desayunamos y volvemos a un camino que se hace incomodo pues el calor parece haber dilatado nuestros pies y empiezan a resentirse. Todos los perros de las casas por las que pasamos salen a recibirnos ladrando, mientras enseñan los dientes tras el arrugado hocico. A la entrada de Tortona nos dan pan y dos trozos de pizza fría. Esa será nuestra comida de hoy. A la derecha vemos una gran imagen de la Virgen, sobre una torre y preguntamos a una joven si allí podríamos pedir un “posto per dormire”. Dice que mejor en la catedral o en un convento de capuchinos que se ubica junto al “castello” pero, guiados por ese sexto sentido que casi nunca falla decidimos ir a la iglesia de la derecha. Se trata del Santuario de la madonna de la Guardia, entramos en la iglesia y nos dirigimos a un hombre, que resulta ser don Fabio y nos acomoda en una buena habitación de la casa de reposo aneja al Santuario. A pesar de que cobran la estancia a nosotros no pagamos nada. Ahora vamos a salir en busca de la cena. ¡Estamos hambrientos!
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Día 19 marzo:
Anoche asistimos al concierto en la cripta. Por la mañana desayunamos lo que nos da Christian, encargado del bar del santuario y acometemos un camino que resulta igual al de los últimos días. La novedad es que vemos pasar la carrera Milán-San Remo y toda su parafernalia.
Esta carrera ciclista es importante y la acompañan muchas motos, coches y ambulancias. En Voghera nos hablan de un convento de franciscanos y vamos hasta allí para ver si solucionamos esta noche. El único monje al que vemos nos dice que volvamos a partir de las cinco y el superior decidirá. Luego vamos a la catedral, donde hemos quedado con Walter y Fermo, dos amigos a los que Miguel conoció haciendo el Camino de Santiago con los que tanto él como Kiko han entablado una gran amistad. Llegan con Pietro, también de la zona de Como y también buen amigo. Tras ir a los franciscanos y obtener el permiso del superior (Cristoforo) pasamos unas horas estupendas con nuestros amigos, a los que tanto agradecemos su visita. De nuevo en el convento asistimos auna cena con todos los hermanos y unas150 personas más, organizada por los franciscanos para celebrar la Pascua. Allí hablamos con muchas personas que felicitan nuestro caminar, y con Piord,  Pedro en español (creo que se escribe así) un franciscano polaco muy interesado en nuestro peregrinaje.

Día 20 marzo:
Nos despedimos de los franciscanos y salimos hacia Broni. La monotonía del paisaje la rompen de vez en cuando los viñedos, alguna instalación fabril de importancia y las colinas que van apareciendo a nuestra derecha. En Broni, pese a la insistencia de una feligresa que habla con él por teléfono, el párroco don Mario dice no tener un lugar donde acogernos que no sea el santo suelo y nos da el numero telefónico don Christian, el vice párroco de Stadella, un pueblo a cuatro kilómetros del que estamos.  Pese al cansancio, pues llevamos ya hoy andados 27, nos encaminamos hacia alli. Cuando llegamos el cura nos lleva al oratorio donde dormiremos sobre unas colchonetas de playa porque no puede ofrecernos otra cosa. Ya en la iglesia, don Christiano habla con Pier Lauro, el dueño del mejor hotel de la localidad que nos proporciona una cómoda habitación con cena y desayuno incluidos. Cenamos con Juan, el sacerdote mejicano que ha oficiado la misa de domingo de ramos, joven que hace la tesis en Roma y nos ofrecer oficiar una misa para nosotros en una de las capillas del vaticano a nuestra llagada. Para eso deberemos avisarle con un email siete u ocho días antes.

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Llegamos a Quatordio

Después de desayunar con don Dino salimos a la carretera más tarde de lo normal, a las nueve. Llueve, y lloverá hasta que lleguemos a Quatordio, nuestra meta de hoy, completamente mojados. A los cuatro o cinco kilómetros entramos para pedir agua en un bar y Enrico, un camionero, nos invita a un café con leche. Luego, llegando a Castello Dianone y helados de frío, pedimos en una gasolinera que nos dejen entrar en los servicios para orinar y el empleado, que dice ser de Marruecos, nos lo permite avisando que los debemos dejar limpios. No hacía falta que lo dijera porque cuando alguien accede a cualquiera de nuestras peticiones dejamos el lugar tan brillante que parece nuevo, ya sea “meodromo” bar, restaurante o cualquier otro. Después, cuando estamos haciendo ejercicios y estiramientos, aún más congelados, el dueño o encargado de la gasolinera aparece con una bolsa que contiene cuatro grandes trozos de pizza fría, dos panes parecidos a bollos, siete panes de diferentes estilos, cuatro naranjas y dos  bombones grandes de chocolate negro para que comamos hoy. Agradecidos le preguntamos el nombre y dice que eso nos lo ha dado Dios, aunque finalmente, ante nuestra insistencia, confiesa llamarse Enrico (como el camionero). En Quatordio, el párroco al que nos encomendó ayer don Dino, nos abre una sala del Oratorio que, tras bajar de su casa un par de colchones, mantas, almohadas y toallas (y poner la calefacción) será un estupendo dormitorio. El párroco es de la India y se llama Francis Thomas. Hasta mañana.

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En Asti vamos a la parroquia de San Domingo Savio, donde nos han preparado una habitación

Un rápido desayuno con lo regalado por Marisa y después de despedirnos de ella y el “prete” Davide echamos a andar hacia Asti.  Al poco, aún sin dejar el pueblo, Dilo, el dueño de un bar que habla con otro hombre en la calle nos invita a entrar y tomar un café admirado por nuestra “hazaña”. Al salir nos entrega una bolsa con cruasanes que comemos inmediatamente para no aumentar el peso que transportamos. Hacemos fotos del paisaje que atravesamos y de alguno de los animales muertos que encontramos al margen del camino. En Palucco. Como ya es la una y treinta, entramos en el restaurante Villa Fernanda y, luego de  explicarle a la dueña nuestra situación, le pedimos que nos de algo de comer. ¡Dios, que morro tenemos! Afortunadamente ella y las otras dos personas que atienden el negocio son caritativas y nos dan sendos platos de macarrones al pomodoro, un hermoso filete de pollo empanado con patatas fritas y agua, pan y café. Nos hacemos varias fotos con ellos. En Asti vamos a la parroquia de San Domingo Savio, donde el prete Dino, avisado por don Carlos, el prete que nos acogió ayer, nos ha preparado una “camera” con servicio y ducha en la que dormiremos explendidamente. El cura nos dice que a las ocho y cuarto bajemos al comedor para cenar con él y otras tres personas.

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Terminamos la etapa en Villafranca d’Asti

A las seis de la madrugada nos obligan a salir del refugio de los pobres. Tras alejarnos de Chieri el negro camino se ilumina con las primeras luces del alba. El día es gris y de vez en cuando cae una ligera llovizna. Al pasar por Vilanova d’Asti nadie nos da asilo y hemos de seguir camino. Hacemos fotos del paisaje de la llanura, ya verde por la lluvia, que no nos permite grabar más. La etapa termina en Villafranca d’Asti, donde el párroco nos proporciona un “suntuoso” apartamento que nada tiene que ver con el de ayer. Este párroco, don Carlo, y el viceparroco, don Davide, oriundo de la India, son dos bravos “pretes” que además nos invitan s cenar. Una feligresa de nombre Marisa prepara la copiosa cena. Un beso a todos… u dos.

 

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