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El arte de copiar en Japón

Hasta el siglo IV el idioma japonés era un idioma sin escritura, sin alfabeto, y el conocimiento se transmitía a través de la lengua hablada, no existían libros, ni manuscritos. Los japoneses, en vez de inventar un nuevo sistema de escritura, decidieron importar los ideogramas hanzi de la escritura china. Estos caracteres no se ajustaban completamente a las necesidades idiomáticas del japonés, por lo que debieron ser adaptados y ampliados transformándose en los kanji, que actualmente conocemos como base de la escritura japonesa. Además, este sistema se completó en los siglos posteriores con tres alfabetos más: hiragana, katakana y romaji. En la religión japonesa sucede algo parecido. El sintoísmo es la religión nativa de Japón, nunca llegó a extenderse a ningún otro lugar del mundo. A pesar de esa omnipresencia en todo el archipiélago japonés desde hace miles de años, el sintoísmo fue permeable a las influencias del confucianismo y el budismo, religiones que llegaron a las islas en torno al siglo I. No sólo conviven desde entonces, sino que en muchos aspectos de la vida diaria, estos tres pensamientos se han fusionado constituyendo un ejemplo de tolerancia único en el mundo. Con el tiempo, el budismo, además, se perfeccionó creando una rama más depurada, más refinada, la corriente que se conoce como “budismo zen”. El príncipe Shotoku, que vivió a principios del siglo I, afirmó que “la religión japonesa era un árbol an el que el sintoísmo era el tronco, el budismo las ramas y el confucianismo, las hojas”.

La cocina japonesa, probablemente la cocina más variada y exquisita del mundo, también importó ideas e ingredientes de otras culturas. La sopa Ramen, aunque es uno de los platos más populares de Japón, es de origen chino, no se conoce a ciencia cierta cuando se introdujo en el archipiélago, pero en la actualidad existen numerosas variedades de Ramen que pueden encontrarse en todos los rincones. Incluso existe un Museo del Ramen, ubicado en la ciudad de Yokohama.

Otro ejemplo dentro de la cocina japonesa es el curry, una mezcla de especias picantes de origen indio, que ha dado lugar a una amplia variedad de platos que combinan diferentes alimentos como pollo, mariscos o pato. El curry fue introducido en Japón por los ingleses durante la Era Meiji (1869-1913), años en los que la India formaba parte del Imperio Británico. Una vez más, los japoneses no se conformaron con importarlo, lo adaptaron y lo mejoraron, creando una amplia variedad de platos, entre los que destaca el maree raisu, arroz blanco con curry, aunque también existen platos basados en curry que no utilizan arroz, como el kar ē udon (fideos gruesos) o el kar ē-pan (pan de curry). Y no podemos olvidar las hamburguesas, un plato que introdujeron los americanos durante la ocupación posterior a la II Guerra Mundial y que los japoneses mejoraron creando variedades como hanbāgu. Han acabado siendo tan populares las hamburguesas en Japón que sólo Mcdonald´s ha podido resistir el embate de los restaurantes locales, que han acabado desterrando a gigantes como Burber King o Wendy, que tuvieron que abandonar Japón. También podemos citar los famosos konbini, las tiendas 24 horas que proliferan por todas las ciudades de Japón. El primer konbini lo abrió la cadena 7 Eleven en 1974 y desde entonces se han abierto más de 50.000 establecimientos de varias marcas por todo el país. No sólo los japoneses mejoraron el concepto norteamericano de las convinience stores – a las que ellos rebautizaron “konbini” – sino que un grupo de empresarios japoneses incluso llegaron a comprar la empresa 7 Eleven en 2005.

Otro caso interesante es el manga. Osamu Tezuka, el padre del manga, creó un nuevo estilo narrativo en los años 50, mezclando las técnicas de las películas de Disney con los cómics americanos. Tezuka era un gran admirador de las películas de animación y quiso trasladar esa expresividad al papel dando vida a un nuevo género narrativo que entusiasma hoy a millones de personas de todo el mundo. Y la lista no acaba ahí. Podemos incluir también el archifamoso sushi, que en realidad surgió en China como método para mantener el pescado fresco. Pero quizás el caso más llamativo sea el Santuario de Ise. uno de los templos sintoístas más venerados de Japón. Cada veinte años el santuario es derruido para volver a construirlo piedra a piedra, porque según el sintoísmo la naturaleza muere y renace cada veinte años. Como la primera reconstrucción fue ordenada por la Emperatriz Jitō en 692, el Santuario de Ise ha sido reconstruido más de 60 veces. Los japoneses incluso han inventado una palabra para definir este proceso de adaptación y mejora, lo denominan “iitokotori”, que significa literalmente “coger las cosas buenas”. ¿Pero por qué los japoneses no tienen ningún reparo a la hora de integrar ideas surgidas en otros lugares? Probablemente la razón se encuentre en su concepto de la humildad. Los occidentales somos más individualistas y egocéntricos, mientras que los japoneses piensan más en el colectivo y no se identifican tanto con sus obras. Esa visión, tan alejada del ego, permite percibir las innovaciones exteriores como oportunidades y nunca como amenazas. A lo largo de su historia los japoneses han sabido importar nuevas ideas, adaptándolas a sus necesidades específicas. Y siempre las han mejorado gracias a esa mezcla tan nipona de sacrificio, paciencia y humildad.

 

Artículo escrito por Jesús Vázquez, Director Creativo en Materiagris www.materiagris.es
Publicado en el nº 12 de la revista Ideas Imprescindibles