¿Debe convertirse la salud mental en una prioridad en España?
La salud mental se ha convertido en un tema de debate. Sobre todo, tras el impacto que han provocado las restricciones provocadas por la pandemia, que han causado estragos en el bienestar emocional de una gran parte de la población española. De hecho, numerosos medios de comunicación han situado a la salud mental en el primer plano de la actualidad e incluso varios líderes políticos han puesto el foco en la precaria situación que viven a diario decenas de miles de españoles que sufren algún trastorno mental.
¿Qué importancia tiene hoy la salud mental en España?
Para conocer la importancia que nuestro sistema sanitario concede a la salud mental es muy revelador conocer la cantidad de psicólogos por habitante que tiene contratado nuestro sistema sanitario público. El informe del Defensor del Pueblo presentado en 2020 es una interesante referencia documental. El 20 de enero del pasado año el Defensor del Pueblo publicó un estudio que situaba la tasa de profesionales de la psicología clínica en 6 por cada 100.000 habitantes. Aunque algo superior, la cifra de psiquiatras sigue siendo bastante baja y apenas alcanza los 10 por cada 100.000 habitantes. Mientras tanto, nuestros vecinos europeos presentan una tasa de 18 profesionales para el mismo grupo de población. Es decir, la media europea es 3 veces mayor a la media española.
Con estos datos, podemos afirmar que, si tomamos como referencia los Presupuestos Generales del Estado, la psicoterapia no parece constituir una prioridad. Incluso hay pacientes que llegan a esperar hasta tres meses entre una sesión y la siguiente. Tal y como solicitaba el Defensor del Pueblo en su informe, es necesario un incremento de los recursos que destinamos a salud mental para acercarnos a las cifras europeas.
¿Es insuficiente el número de psicólogos que operan en España?
Como hemos visto, tanto las conclusiones del Defensor del Pueblo como la comparativa con el resto de países europeos no parecen invitar al optimismo. Pero para entender la situación en toda su complejidad es necesario analizar otros datos que afectan a las necesidades de psicoterapia y psiquiatría que demandan los españoles.
El consumo de psicofármacos en España
Según el último informe de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes, España lidera en el mundo el consumo mundial de psicofármacos administrados de forma legal. Además, los datos demuestran que en 2020 el consumo de psicofármacos había aumentado un 4,5 % y que diariamente se habían consumido 91 dosis por cada mil habitantes. Los motivos por los que se administraron fueron variados: ansiedad leve, insomnio y otros trastornos emocionales.
Si analizamos la información por edad, resulta preocupante que un 12,5 % de los mayores de 15 años reciban medicación de forma habitual. También resulta alarmante comprobar que esta tendencia crece a medida que la edad avanza. Un 30 % de las personas jubiladas reciben medicación a diario. Asimismo las personas desempleadas constituyen un colectivo que consume grandes dosis de psicofármacos. Y otro de los grupos que lidera el consumo de benzodiacepinas es el formado por los profesionales médicos.
Algunos analistas afirman que estos datos se deben ene gran medida a la falta de especialistas en salud mental. Ante la dificultad de acceso a psicólogos, los profesionales de atención primaria se inclinan por la medicación como la forma más idónea de paliar los síntomas y mejorar la calidad de vida de los pacientes con algún tipo de trastorno mental.
Otros datos relevantes sobre la salud mental en España
Sin embargo la precariedad en la que se encuentra nuestro sistema sanitario en el área de la salud mental no queda patente únicamente por el alto consumo de psicofármacos. Según datos del INE (Instituto Nacional de Estadística), cada día se suicidan en España 10 personas y lo intentan sin éxito cerca de 200. Sin duda es un dato escalofriante que también debe tenerse en cuenta para comprender la situación de la salud mental en nuestro país en toda su magnitud.
Por otra parte, la pandemia ha contribuido a agudizar esta crisis. Según la Confederación Salud Mental España, una organización que trabaja por mejorar la calidad de vida de las personas con algún trastorno mental, durante la pandemia el 55 % de las personas encuestadas afirmaron no haber podido controlar su ansiedad y un 30 % reconoció haber sufrido en algún momento ataques de pánico. Otro dato revelador de este estudio, que demuestra la necesidad de abordar este problema desde lo público, es el impacto de la pandemia según el status socioecónomico. Según dicho estudio, los efectos negativos en la salud mental afectaron el doble a las personas con ingresos más bajos. Sin duda el precio de las sesiones privadas de psicología no ayuda a suavizar estas diferencias.
¿Se debe dar prioridad al bienestar emocional?
Todos los datos parecen indicar que nos encontramos ante un problema cada vez más grave. Si hace una década, la depresión, la ansiedad u otros trastornos emocionales constituían un tabú, en la actualidad hemos dado un paso adelante reconociendo que constituyen algo frecuente y que quienes los padecen no deben ser estigmatizados.
Sin embargo, este cambio de mentalidad no se ha reflejado en los presupuestos destinados al cuidado de la salud. Desde niños vivimos expuestos a una fuerte presión social que nos obliga a competir en una carrera que muchas veces sólo nos lleva a la infelicidad. Además, los estándares inalcanzables que imponen las redes sociales también ponen a prueba nuestra fortaleza mental.
Por todos estos motivos, resulta evidente que, pese a que se está avanzando en la dirección correcta, los recursos destinados al cuidado de la salud mental de los españoles resultan insuficientes.