¿Eres racista y no lo sabes?
La ola de protestas desatada por el asesinato de George Floyd en manos de un policía de Mineápolis (Estados Unidos) ha puesto en evidencia el profundo conflicto racial que se vive en la sociedad norteamericana. La tensión se palpa en las calles y muchas miradas apuntan a la historia oficial con el objetivo de revisar hechos pasados. Pero la ola revisionista ha traspasado el Atlántico y ha alcanzado a Reino Unido y Francia, donde grupos de manifestantes también han destruido estatuas de personajes históricos vinculados con la esclavitud. ¿Estas revueltas están demostrando que las sociedades occidentales han sido muy permisivas con el racismo? ¿Es el racismo uno de los pilares fundacionales de nuestro constructo social?
La mayoría de nosotros somos racistas y no lo sabemos
¿Conoces a alguien que afirme que es racista? En realidad son muy pocas las personas que admiten abiertamente que son racistas. Sin embargo, muchos psicólogos aseguran que la mayoría de nosotros lo somos, pero no nos damos cuenta. La razón la podemos encontrar en un fenómeno psicológico conocido como “prejuicio implícito”. El filósofo inglés David Edmonds, profesor en la Universidad de Oxford, ha dedicado una parte de su vida a investigar este fenómeno y ha realizado numerosos experimentos que han demostrado que todos presentamos “una leve preferencia automática por ciertas personas en vez de por otras, sólo por aspectos superficiales”. El profesor Edmonds, que, parte de la hipótesis de que todos tenemos prejuicios, incluso ha llegado a establecer un indicador que permite medir el llamado “prejuicio implícito”. A través de una prueba que ha denominado Prueba de Asociación Implícita (IAT, por sus siglas en inglés), Edmonds asegura que puede medir nuestro nivel de racismo. Incluso asegura que este método permite también medir nuestro prejuicio hacia las mujeres, los homosexuales, los obesos o las personas con discapacidad.
Cómo funciona la Prueba de Asociación Implícita (IAT)
Imagina que quieres medir el nivel de racismo de un amigo. Primero, le debes mostrar una serie de palabras e imágenes con rostros de personas de todas las razas. La mitad de las palabras deben describir ideas positivas como “felicidad”, “fiesta”, “excelente” o “amor”; y la otra mitad, ideas negativas, como “odio”, “muerte”, “miedo” o “cáncer”. Tu amigo deberá apretar un botón concreto cuando aparezca un rostro de una persona blanca o una palabra “positiva” y otro botón diferente cuando aparezca el rostro de una persona negra o una palabra “negativa”. Y para complicarlo todo un poco más, en un determinado momento, el método se invierte. Es decir, tu amigo deberá apretar el mismo botón cuando vea el rostro de una persona negra o una palabra “positiva”; y el otro botón cuando vea el rostro de una persona blanca o una palabra “negativa”. No es fácil y encima tu amigo debe reaccionar con rapidez. Lo que tu amigo no sabe es que un ordenador le estará midiendo la velocidad de sus reacciones.
El caso es que las mayoría de las personas que realizan esta prueba suelen asociar las palabras “negativas” a las imágenes de gente de otro color de piel. ¿Conclusión? La mayoría de nosotros somos racistas, pero no lo sabemos. O dicho de una manera más científica, “entre los blancos los resultados sugieren una leve preferencia automática por personas blancas sobre personas negras”.
El prejuicio implícito en las elecciones estadounidenses de 2016
El prejuicio implícito fue empleado para analizar el resultado de las elecciones presidenciales estadounidenses de 2016. Según estudios realizados, en el voto de muchos electores influyó el hecho de que Hillary Clinton, la candidata demócrata, fuera mujer, frente a Donald Trump, el candidato republicano. Incluso la propia Hillary Clinton citó la importancia del prejuicio implícito durante un debate televisado. “Creo que el prejuicio implícito es un problema para todos” dijo textualmente. Y Trump, con su facilidad para la simplificación, no tardó en contestar. “Hillary Clinton acusa a todo el país, incluyendo a nuestra policía, de ser racistas. Y eso es muy malo”. El caso es que el porcentaje de ciudadanos negros que han sido agredidos violentamente por la policía en los últimos viente años es espectacularmente superior al porcentaje de ciudadanos blancos.
El Instituto Kirwan para el Estudio de la Raza y el Origen Étnico (Ohio, Estados Unidos) publica cada año una informe llamado Implicit Bias Review en el que analiza el efecto de los prejuicios implícitos sobre la sociedad estadounidense. Según la web del Instituto Kirwan “los prejuicios implícitos se refieren a actitudes o estereotipos que afectan a nuestro entendimiento, nuestras acciones y nuestras decisiones de forma inconsciente”.
Por esa razón, es muy importante el papel que juegan los medios de comunicación, el lenguaje, el cine o la literatura en la construcción de estereotipos y, en consecuencia, de prejuicios. No es baladí el efecto de determinadas expresiones presentes en nuestro lenguaje, como “mercado negro” o “no seas niña”. Ni tampoco la influencia de ciertas películas o programas de TV que pudimos ver en nuestra infancia donde se mostraban unos determinados estereotipos que degradaban a la mujer, a los negros o a los homosexuales.
Muchas personas consideraron exagerada la decisión de la cadena de TV HBO, cuando anunció que había eliminado de su catálogo la película “Lo que el viento se llevó” por considerarla racista, aunque posteriormente decidió mantenerla en su plataforma acompañada de una explicación de su contexto histórico y de una denuncia del racismo. Después de leer este artículo, a lo mejor cambia la opinión de estas personas, o cuando menos analizan el fenómeno de los prejuicios implícitos con una perspectiva más amplia.