Hagamos que el comercio sea justo para todos

Comenzamos nuevo año y la tercera década del siglo XXI, y es un momento idóneo para hacer balance no solo del pasado sino del momento actual en el que estamos, con todo lo que tenemos que mejorar y construir, pero también es importante saber lo que estamos haciendo bien y cuáles son los pasos para poder continuar y proseguir nuestro camino a esa meta ya no tan lejana del 2030, y sobre todo con la vista puesta en el horizonte de que un mundo más justo y responsable es posible, y un comercio más ético también.

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Hay algo que normalmente pasamos por alto y es lo que más debemos tener en cuenta, y es que el comercio y el consumo no solo están constituido de bienes y servicios como normalmente tendemos a pensar sino que el corazón de estas actividades tan longevas en el tiempo, estamos las propias personas, y entre todos constituimos la base gracias a la cual se sustenta el ámbito comercial.

Debemos tener la vista puesta en el horizonte de que un mundo más justo y responsable es posible y un comercio más ético también

En está época navideña en la que nos encontramos, me gustaría poder compartir una reflexión que me ronda la cabeza con mucha frecuencia, y que muchas veces me he planteado la raíz de dicho problema y de esta dinámica tan común en nuestra sociedad: El mercado pareciera que es un escenario repleto de todo lo que podamos imaginar y nos arrastra a una vorágine de consumo desenfrenado y masivo, haciéndonos inconscientes de la propia acción del consumo, o queriendo nosotros mismos acrecentar está falta de consciencia para no ver la propia realidad.

Tras plantear este hecho que os será del todo conocido y os resultará en muchos casos demasiado familiar, nos preguntamos porqué ocurre esto, y es tan sencillo como que esta dinámica tan común de comprar y tan interiorizada en nuestro ser, la hacemos sin tener conciencia de la misma, la acometemos más siendo máquinas que personas, y de ahí que la propia sociedad nos arrastre con tantísima facilidad y que prefiramos entrar en el juego en vez de pensar, cuestionarnos o reflexionar, no solo su esencia, sino su propia relevancia y valor.

No olvidemos que detrás de cada producto que compramos hay muchas personas presentes e involucradas en su producción. Es necesario que nos planteemos cuestiones, como por ejemplo; de dónde viene lo que consumimos, cuál es su origen y quién lo ha producido. Ya que gracias a estos planteamientos seremos cada vez más conscientes del consumo y de nuestro propio entorno, y podremos entender que hay que priorizar a las personas y a nuestro planeta.

Y ver que el mundo, y en concreto el comercio puede ser aún mejor, con más corazón

 

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Paula Mª Pérez Blanco
Responsable Comunicación Fairtrade Ibérica

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