Sólo debemos luchar constantemente en defensa de la vida

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Cuando se tienen nueve años, el mundo es una mezcla de realidad y fantasía que permite tratar los grandes temas de la vida con la ingenuidad propia de la infancia. En los años sesenta Miguel y Paquito ocupaban sus ratos de ocio jugando a la guerra. Ávidos lectores de aquel cómic que se hizo famoso en la década anterior, el “Hazañas Bélicas”, repetían en sus juegos las historias que narraban de forma heroica los actos acontecidos en la Segunda Guerra Mundial y en el que casi siempre los aliados eran los buenos, qué cosa, ¿verdad? Se hacían llamar capitán Mike y teniente Frank y, además del pantalón corto, los calcetines hasta la rodilla y sus Chirucas, iban armados con palos de escoba a modo de fusiles y las pistolas de pinzas (que cogían del lavadero de sus casas y tras la pertinente transformación las utilizaban para lanzar proyectiles de madera). Aquella tarde del verano del 67 el capitán Mike y el teniente Frank se disponían a conquistar un territorio hostil situado en la parte trasera del edificio de viviendas de protección oficial en el que vivían.

El enemigo estaba situado estratégicamente en los balcones de las casas y no era otro que las vecinas que salían a tender o a recoger la ropa. Así, la señora Águeda, la señora Aurora o la señora Rosa se convertían en peligrosas francotiradoras que había que evitar. “Cuidado Frank a tu izquierda”, gritaba Mike mientras imitaba el sonido de las balas y se tiraba al suelo disparando virtualmente su fusil para salvar la vida de su compañero. Por su parte, Frank corría desesperado hacia el promontorio en el que tenía que colgar la bandera, señal de que habían completado la misión. Fue todo muy rápido, de repente, en el balcón del tercero apareció Ana Mari, aquel ángel rubio que era el amor secreto de Frank. Fue una décima de segundo lo que lo embelesó, lo suficiente para no ver aquel pedrusco en el camino que dio con sus huesos en el suelo. No supo por qué, pero bien por seguir con el juego o por no hacer el ridículo delante de su amada gritó. “Mike me han dado” y en una interpretación digna de un Goya escenificó una muerte heroica.

A todo esto, la señora Águeda, que había observado la escena y viendo que el niño Paquito no se movía, gritó por el balcón, “Reyes” –era la mama del teniente Frank– “que tu hijo se ha caído y no se mueve, ve pronto”. El teniente Frank, que miraba por el rabillo del ojo la cara de angustia de Ana Mari, mientras escuchaba las salvas que le dedicaba su compañero, tal y como mandaban las “Hazañas Bélicas”, volvió a la vida gracias a un milagro en forma de azote que recibió en el trasero por parte de su progenitora mientras le decía, “pero mira cómo te has puesto y el susto que me has dado. Deja ya de jugar a la guerra, no sabes lo que es eso”…Lo peor, las carcajadas de Ana Mari en el balcón.

Casi cincuenta años después, un trocito de alma en forma de lágrima resbaló por la mejilla del teniente Frank. Su mujer le acababa de preguntar, “Oye, ¿Sabes quién se ha muerto? Aquel amigo tuyo de la infancia. Sí, aquel que te encontraste hace poco y que pusieron la tienda de ropa con su mujer, aquí cerca de casa”. El capitán Mike había perdido la batalla de su vida, le falló el corazón. Paquito, hoy Paco, miró al cielo, el mismo cielo de hacia cincuenta años, el cielo que ampara la guerra y la paz, la vida y la muerte, los sueños y los recuerdos. En vez de salvas imaginarias disparadas con un fusil de madera, envió a ese cielo el típico saludo militar llevándose la mano a la sien, diciendo “A sus órdenes mi capitán” mientras pensaba…Hoy se pelean por banderas, banderas inútiles que enfrentan a personas y no se dan cuenta que el peor enemigo lo tienen dentro en forma de penosa enfermedad. “Ojalá llegue el día en el que los hombres y mujeres apuesten sólo por la vida y que sean capaces de dejar de lado intereses e intolerancias para luchar juntos con el máximo coraje y quizás poder derrotar al enemigo común…todas aquellas enfermedades que sesgan vidas y sueños”.

Artículo escrito por Paco Sosa, Comunicación y Markerting de Mediapostgroup
Publicado en el nº 8 de la revista Ideas Imprescindibles