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Hedy Lamarr, la inteligencia y el éxtasis

Aunque nunca llegó a destacar por sus cualidades interpretativas fue sin duda uno de los rostros más perfectos que jamás se asomó a la pantalla. Reina del glamour, creadora de un estilo personalísimo y poseedora de una vida intensa y apasionante. Su carrera arrancó con la aureola del escándalo haciéndose famosa por ser la primera actriz que apareció completamente desnuda en el filme checo “Extasis” (1933), en la que además simulaba un orgasmo en una de las escenas de la película. Hedy contaba tan solo con 19 años, dando ya cuenta de su carácter moderno y emancipado. A pesar de su imagen de muñeca plastificada y superficial parece ser que tenía una inteligencia fuera de lo común, lo que la llevó a estudiar ingeniería técnica a los 16 años, llegando a ser coinventora de la primera versión de “espectro ensanchado” que mejorada en la época digital daría lugar a la tecnología Wifi y Bluetooth que revolucionaría el Mundo moderno al ser introducida en los hogares. La idea primigenia fue pensada por la estrella como sistema de comunicación secreta entre barcos a favor de la causa aliada durante los años de la segunda guerra mundial, ya que la actriz era una ferviente activista contra el nazismo.

El escándalo despertado con su intervención en “Extasis” hizo que el magnate armamentístico de origen judío Friedrich Mandl, colaborador del régimen nazi, se fijase en ella concertando un matrimonio de conveniencia con los padres de la artista que ella siempre aborreció y del que salió huyendo años más tarde a París, para posteriormente embarcarse a Londres y de allí a EEUU, donde el todopoderoso Louis B. Mayer, jefe de la Metro, la convirtió en una de las predilectas del estudio y protegida personal, reactivando una carrera que a partir de entonces permaneció asociada al cine americano hasta su declive y retirada.

A pesar de haber cursado estudios de arte dramático en su juventud con el director alemán Max Reinhardt, su carrera no se edificaría precisamente sobre su talento interpretativo, fue su atractivo físico el que cimentó una filmografía completamente al servicio de su soberana belleza, protagonizando una treintena de filmes en los que llenaba la pantalla con su imagen cautivadora, sin enterarnos en ningún momento si además sabía interpretar… Tampoco importaba… Su rostro hierático, impasible, incapaz de transmitir emoción alguna, era la imagen proyectada de una Diosa que había bajado del Olimpo a la pantalla para cautivar con su mirada a los mortales que acudían a contemplar sus romances junto a los galanes de moda, destinados a ser esclavos de la fascinación despertada por la dama.

La Metro, experta a la hora de fabricar estrellas, supo elegir los vehículos donde Hedy pudiera lucirse, impecablemente vestida y convenientemente iluminada, en una atmósfera romántica e irreal de ambientes exóticos, en algunas ocasiones como el de “White Cargo” (1942) decididamente absurdos. De esta guisa apareció en títulos como “Argel” (1939), “La Dama de los trópicos” (1939), “Esta mujer es mía” (1940) o “Las chicas de Ziegfield” (1941). Hubo algún intento de explorar otros registros como la comedia “Camarada X” (1940) junto al “Rey” Gable, donde se intentaba parangonar con la mismísima Greta Garbo, emulando el éxito personal de “La Divina” en “Ninotchka” (1939) o en el melodrama costumbrista “Cenizas de amor” (1941) donde por fin y casi por única vez dejó atisbar su talento interpretativo a las órdenes del gran King Vidor.

La segunda mitad de los años cuarenta transcurrió entre vehículos a su servicio sin nada destacable más allá de su hermosa presencia y el oropel del que los estudios sabían rodear este tipo de producciones, dejando escapar dos de las mejores oportunidades de su carrera al rechazar las protagonistas de “Casablanca” (1943) y “Luz de gas” (1944) que hicieron la fortuna de Ingrid Bergman consagrándola como estrella de cine y una de las favoritas del público de la época. A finales de la década logró apuntarse un triunfo personalísimo cuando Cecil B. de Mille uno de los erotómanos más consumados de la historia del Cine, la eligió para representar a la tentadora bíblica más famosa en “Sansón y Dalila” (1949) junto al fornido Víctor Mature. Tras este enorme éxito de público que resucitó las películas de temática pseudo religiosa, abriendo un ciclo que se haría inmensamente popular durante los años cincuenta, su carrera fue en franca decadencia, protagonizando películas de bajo presupuesto y escaso interés que precipitaron una pronta retirada de la pantalla. Su rostro además se había endurecido, envejeciendo prematuramente, lo que hizo sin duda que los productores perdieran interés en ella, al verse dañado parte de su principal atractivo ante el público.

Su situación financiera se vio resentida durante aquellos años ociosos, siendo subastados todos sus bienes, incluida una copiosa colección de arte que la actriz había ido compilando en sus años de gloria. Al igual que en sus inicios, su vida terminó rodeada de anécdotas escandalosas y sensacionalistas. Fue acusada de cleptómana por robar en un supermercado y posteriormente la publicación de su autobiografía “Ecstasy and me”, donde relataba un detallado catálogo de amantes y azarosa vida sexual, despertó los comentarios más escabrosos. Aunque Hedy demandó a la Editorial aludiendo que habían alterado sus Memorias con el fin de obtener un éxito de ventas la polémica alrededor de su figura estaba servida.

Como tantas otras “Diosas” se llevó la verdad consigo, dejando una estela de leyenda a su paso que mantiene viva su memoria de mujer misteriosa, inconformista, vividora y abuela de un invento tecnológico por el que finalmente logró más reconocimiento que en ninguna de sus películas, dando cuenta de una personalidad tan fascinante como esa belleza insultante, irreal, que la convirtió en una postal fija y eterna en la retina del espectador clásico…Divina Hedy, genial Hedwig Eva Maria Kiesler…

 

Escrito por Daniel Portero, Responsable Nacional de Back Office en Mediapost Group
Publicado en el nº 12 de la revista Ideas Imprescindibles

*Imagen: Victor Mature y Hedy Lamarr. Sanson y Dalila (1949) Wikipedia | Hedy Lamarr (1940) Wikipedia